Sin mucho ruido
La gente del Peje (4) y los aeropuertos
Estas son las coordenadas de Texcoco donde decidieron construir un enorme aeropuerto:
Latitud: 19°30′42″ N
Longitud: 98°52′58″ O
Altitud sobre el nivel del mar: 2257
A 50 minutos (sin tránsito) del Zócalo de Mexico City.
Y esto es lo que dice respecto a tal área un estudio de las zonas sísmicas del país:
Si alguien de otro país o planeta leyera esto sin saber de dónde proviene, se preguntaría “¡Qué locura! ¿Qué no tienen tierra?”. Pero México sí es un país muy grande con extensiones deshabitadas aún, a diferencia del desgarrado Japón que tiene el aeropuerto de Kansai sobre el mar, de hecho, sobre columnas que se incrustan en un terreno a profundidad en el fondo del océano.
No es nuestro caso. Lo que necesitamos es agua, recomponerla en lugar de cubrirla de concreto y “mandarla por un tubo” como hasta la fecha lo hacen en mi querida ciudad natal y anexas. De hecho, el Estado de México dio la tierra para el Distrito Federal copiando a Washington, y sí, ya no es D.F., ni modo, pero me choca llamarla CDMX como la llamó el electo y pronto enriquecido Miguel Ángel Mancera, que la abandonó yéndose a resguardar a una senaduría plurinominal. A ver si ya le paran a eso, como bien decía Pedro Ferriz, nos burlan a los ciudadanos los partidos políticos.
Ya HABIENDO RECORRIDO Texcoco y sus alrededores Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones y transportes de AMLO tomó esta semana con muchos pantalones, pero con la cabeza fría no de chorlito interesado, la decisión técnica necesaria sobre lo que hay que hacer con NAICM que sólo podrá entrar en servicio en varios años ¡HASTA 2024! Ya será otro sexenio.
Hay que jugar con las cartas que se tienen y más aún en un país dañado al grado que lo dejan los prianistas. Hay que trabajar en el sentido que el nuevo gobierno pretende y que consiste en adelgazar a la capital del país para que sobreviva y no se asfixie sola. Pretende ponerle freno a la que es ya un conjunto de urbes que la convierten en una enorme mancha urbana de las más conflictivas del mundo.
Sí, la capital del país, hoy dividida en alcaldías tiene también que salvarse. Como una de las ciudades enormes con problemas evidentes de todo tipo por su terrible concentración de macrourbe a 2500 -a veces 3000- metros de altura.
Esa es la cuerda razón de la designación de otras ciudades para esparcir el desarrollo, si se permite la expresión. Ya hace mucho que se acabó eso de “Fuera de México, todo es Cuautitlán”. Desde los temblores del 19 de septiembre de 985 y sus repeticiones de fecha, que en personal le atribuyo a HAARP, en Alaska.
El ingeniero Javier Jiménez Espriú decidió esta semana por URGENCIA DEL TRÁNSITO AÉREO echarle mano al asunto aeropuertos, pues “el súper duper aeropuerto del lago” tardará mucho tiempo en construirse realmente. El nuevo gobierno no puede heredar la pérdida de varios años sin tomar medidas inmediatas y tampoco la gran deudota que significa invertir ahí los miles de millones que no tiene, cuando hacen tanta falta a la creciente población nacional en otros sitios. Pero urge ACCIÓN y “con consulta y sin consulta”, Javier va a agilizar los aeropuertos internacionales, el Benito Juárez de Ciudad de México y el de Toluca, Adolfo López Mateos, a 16 kilómetros del centro de la capital mexiquense que se encarga ya del tráfico aéreo de Toluca y del poniente de Ciudad de México.
La Secretaría de Salud en Guerrero
Como ya se dijo aquí, el gobernador Astudillo, al que le faltan tres años en el poder, y AMLO se llevaron bien y el gobernador ofreció una sede para la mudanza al puerto de la Secretaría de Salud a la orilla del mar (en donde todo se cura, me permito afirMar) lo que le abre a Acapulco el gran porvenir de un Houston a la orilla del Pacífico. Ese tipo de decisiones conforman la Cuarta Transformación por la que preguntan los neurasténicos vencidos que sólo tuvieron imaginación para enriquecerse a costillas del país y al servicio de otros, no de los mexicanos.