Quadratín Bajío está de manteles largos
GUADALAJARA, Jal., 22 de abril de 2020.- Ya son 28 años de las trágicas explosiones del 22 de abril en el Barrio de Analco en Guadalajara, y es una herida que no cierra, es una desgracia que quienes la recuerdan no pueden sanar y mucho menos perdonar, porque murieron más de 200 personas resultado de la indolencia y falta de atención de las autoridades, los que estaban obligados a cuidar de ellos.
Quienes acudieron cerca del mediodía de aquel miércoles recuerdan que aquello parecía zona de guerra, trece kilómetros de calles destrozadas a lo largo de 20 cuadras, automóviles que volaron por los aires y quedaron llantas arriba, más de mil 800 personas lesionadas, miles perdieron sus casas y un número indeterminado de personas desaparecidas, esas que quedaron debajo de los escombros.
La mayor molestia de quienes vivían en la Guadalajara de principios de los noventas es la corrupción, porque desde el 14 de abril denunciaron a las autoridades locales el fuerte olor a gas de las alcantarillas y drenajes, el 19 de abril el olor de la gasolina era insoportable, pero la respuesta fue siempre que no pasaba nada.
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