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CHILPANCINGO, Gro., 2 de marzo de 2025.- Ramón León lleva 20 años dedicándose al oficio de pepenador en basureros de la capital del estado, donde su labor es independiente y no tiene seguro médico que lo respalde.
A sus casi 70 años de edad, Ramón pasa alrededor de 12 horas en el actual basurero municipal en el cerro de Huiteco, sobre la carretera federal Chilpancingo-Tixtla, donde recolecta y separa basura para sobrevivir al día con ganancias de entre 200 a 250 pesos diarios.
Por las mañanas, de lunes a sábado, Ramón León llega a las 6 horas al actual basurero municipal que en un mes dejará de operar debido a su saturación.
De las 6 a las 18 horas, Ramón recolecta plástico en sus tres categorías: duro, limpio y soplado. También recolecta fierro, cartón, papel, aluminio, cobre, bronce y vidrio.
Con su atuendo desgastado y roto, Ramón se cubre el rostro y camina entre la podredumbre que desecha a diario toda una ciudad.
Luego de recolectar el material, ofrece a tres empresas locales que acuden al basurero a brindar un precio malbaratado que ronda en tres pesos el kilo de plástico, dos pesos el kilo de fierro y el aluminio, el más caro se los pagan en 20 pesos.
El cartón es independiente, los pepenadores desconocen el precio porque ese material lo vende el Ayuntamiento y a los pepenadores se les prohíbe venderlo.
En el basurero actualmente laboran 35 pepenadores, entre hombres y mujeres, la mayoría de ellos son familia.
Antes, recuerda Ramón, eran 135 personas que se dedicaban a pepenar, pero ahora han disminuido, porque algunos ya fallecieron, otros fueron contratados por el Ayuntamiento en el área de Servicios Públicos y otros se dedicaron a otros trabajos, porque en pepenar no conseguían ganancias.
Del trabajo de pepenar en basureros de la capital del estado, Ramón León dice que se ha enfermado poquito de todo: infecciones en el estómago, enfermedades en las vías respiratorias y ha adquirido el virus del zika y chikungunya.
Actualmente, enfrenta los síntomas que le ha dejado una cirugía de apéndice, pero afirma que debe trabajar, porque no tiene otra fuente de empleo y porque debe mantener a su esposa y una hija que económicamente dependen de él.
Al preguntarle sobre qué pediría a las autoridades y que si él cree que si les deberían de otorgar equipo de protección, afirma que no espera nada, porque recuerda que en los años de la pandemia de Covid 19 a los pepenadores sólo les dieron despensa en tres ocasiones.
Lo que sí requiere, es que las autoridades instalen baños portátiles en los basureros porque también laboran mujeres y pide que las autoridades y los trabajadores de servicios públicos municipales en el camino no reciclen a los carros recolectores de basura, sino que todos los residuos lleguen completos para que los pepenadores puedan obtener ganancias.
Al final, acepta, lo ideal sería que las autoridades les otorgaran equipo, aunque ellos como pepenadores siempre han sido independientes, enfrentan el riesgo de enfermarse, pero confían en que no les pasará nada, debido a que “vivimos a la buena de Dios”.