Teléfono rojo
¿Podrá René Juárez Salvar la hecatombe priísta?
René Juárez Cisneros amalgama las virtudes del político mexicano. Tiene experiencia, es hombre de palabra, entiende la visión del priísta de la calle, sabe negociar, es confiable y, además, es muy inteligente.
Es un hombre que ha entregado buenas cuentas siempre. Que cree en los valores de la lealtad y respeta la amistad.
Su carrera política es ejemplo de la permeabilidad social que estuvo vigente, bajo gobiernos priístas, por muchos años. Su origen es humilde en verdad, no tiene padrinos, pero tampoco tiene enemigos jurados.
En pocas palabras, tiene todo a su favor para ser un gran líder de un partido político.
El problema es que René Juárez llega a dirigir el PRI cuando todo parece perdido, a diez minutos de la peor derrota de su historia, con el primer candidato presidencial que no es miembro formal del partido. Con una organización donde todos son jefes, genios, expertos.
¿Podrá salvarlo? Se antoja, a cómo están los números desde hace semanas, con tan solo 58 días por delante, una hazaña imposible.
Lo que viene a traer al PRI Juárez Cisneros, definitivo, es dignidad. Talento político. Sentido común.
La pregunta es si lo dejarán operar al cien por ciento como es urgente hacerlo. Si todos los “generales” que han llevado la campaña presidencial priista a un lejano tercer lugar están dispuestos a escucharlo siquiera, ya no se diga obedecerlo.
Imaginemos, mero ejemplo, cuestión de carácter, a René Juárez, que es un hombre muy educado, además, en una discusión con la ex vocera presidencial de Calderón Hinojosa, Alejandra de la Sota. Son dos visiones de la realidad muy distintas, dos enfoques tan opuestos como el que puede tener Juárez frente a Nuño o a Videgaray.
Ha habido estrategias de campaña, de comunicación, de expresión del mismo candidato rotundamente fallidas, con el agregado del “miedo escénico” y la vocación por los espacios cerrados. ¿Se irán los responsables? O, por el contrario, se quedan a seguir diseñando la madre de todas las derrotas…
En el fracasado Cuarto de Guerra de Meade no ha habido una persona que entienda a los jodidos, con todas sus letras. Y es obvio que cuando Juárez Cisneros creció en una casa donde todos dormían en el suelo, sobre petates, pueda tener una idea mucho más acertada de lo que piensan los millones de mexicanos que van a votar con el estómago.
Sí, con el estómago como referencia de emoción-enojo, pero también con el estómago vacío.
Ese lenguaje, de los que suelen irse a dormir sin cenar, lo domina, porque es su origen, porque gobernó Guerrero sin que se incendiase, porque nunca ha ignorado a los pobres, Juárez Cisneros.
Su nombramiento trae aparejadas dos preguntas, la primera si podrá sacar al buey de la profundísima barranca en qué está, la segunda si le dieron, en verdad, mando y control -que no son sinónimos- absolutos sobre todo lo que ha sido construido con las patas.
Al tiempo, al muy poco tiempo.
Por lo pronto hay que sentir una especie de pena, ternurita diría ya sabes quién, porque Juárez Cisneros se merece un PRI muy distinto del que existe hoy, una historia muy diferente que protagonizar…
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