
Teléfono rojo
¡Vaya salto mortal! Del paulatino, discreto y negado alejamiento de los “abrazos, no balazos” pasaron atirarle repentinamente no un garrotazo al avispero sino una granada. La ofrenda de 29 capos de alto perfil a Donald Trump el día del encuentro de los equipos de seguridad en Washington y a tiempo para que el mandatario lo presuma en su primer informe ante el Congreso fue un acto inusitado, sin precedentes y de consecuencias insospechadas que desdice lo dicho por el obradorismodesde que estaban en la oposición hasta un par de días antes del paquetazo enviado por entrega inmediata.
El martes 25 de febrero, el fiscal Gertz Manero acudió a la conferencia mañaneraa darle la razón jurídica al MayoZambada por su ilegal traslado a Estados Unidos, razón por la cual reveló la petición, hasta en cuatro ocasiones, de su extradición a México. Pero el jueves 27 de febrero hizo exactamente lo que acababa de cuestionar con casi tres decenas de criminales que envió a ese mismo país, pasando sobre procedimientos, resoluciones y amparos, dejándolos en total indefensión, sin posibilidad de recurrir por ningún medio la decisión tomada ese mismo día y con el agravante de que cuando el Estado actúa de manera arbitraria contra personas, así se trate de reos, no solo comete delitos, también viola derechos humanos.
No tengo ninguna simpatía por los 29 trasladados, cometieron crímenes abominables, merecen ser juzgados con rigor y en Estados Unidos no gozarán de privilegios –a menos que se conviertan en testigos colaboradores- y les será imposible seguir operando para sus organizaciones. Pero no todo puede estar permitido para lograrlo, como la propia presidenta Sheinbaum lo estableció con claridad al hablar del caso de Ismael Zambada. Afirmó que, con independencia de quien se trate, se deben proteger los derechos de cualquier persona, eso es Estado de Derecho. Pues ya vimos que cambió de súbito de opinión y no se ve cómo la FGR podrá mantener la petición de regresar al Mayo si acaban de expulsar mexicanos de su país sin ningún proceso legal, exponiéndolos incluso a la pena de muerte que no existe en México, y justificando su decisión en la acusación ajueces de servir y liberarcriminales.
Las explicaciones legales de García Harfuch y Gertz Manero son pueriles y absurdas. Aducen artículo 89 constitucional que habla sobre las facultades del Presidente, pero ahí no se encuentra la de entregar delincuentes nacionales a otro país al margen del proceso de extradición, además de que Harfuch fue enfático al decir que la presidenta Sheinbaum no participó de la decisión. El otro artículo mencionado es el 5 de la Ley de Seguridad Nacional, en la que tampoco se encuentra tal facultad y se refiere a las amenazas a la seguridad nacional, entre ellas la de terrorismo. Curioso, debido a que el gobierno mexicano había sido enfático en no aceptar la clasificación de terroristas a los cárteles y ahora manda a EU a no pocos de sus líderes para que sean juzgados como tales.
Pero los sapos tragados, así sean muchos y de gran tamaño, son solo anécdotas de la tragicomedia morenista. Lo que están por verse son las consecuencias de una medida extrema tomada ante la urgencia de complacer y atemperar a Trump. Puede ser que la amenaza de viaje directo y sin trámites judiciales a EU, haga que los cárteles reduzcan la violencia para bajar su exposición. Sin embargo, la experiencia de “Los extraditables” en Colombia, como recordó Peniley Ramírez, fue la contraria. Además, los acuerdos de connivencia del Estado y el crimen en muchas zonas del país se tambalean ante la imposibilidad de asegurarles impunidad por la presión norteamericana. Todo puede pasar.
La DEA por fin consiguió a Caro Quintero, victoria histórica, simbólica y emblemática. Algunos de los29 “expulsados” serán fuente prolífica de información para los que de por sí tienen en un puño al gobierno mexicano por lo que ya saben de la “intolerable alianza con los cárteles”. Los vuelos de la CIA en territorio nacional y las solícitas concesiones a Trump son resultado de esa debilidad en la que López Obrador dejó al país; sapos que tragan mientras se envuelven en la bandera, desgañitándose en nombre de la soberanía nacional.