Teléfono rojo
El trabajo es de primer semestre de periodismo.
Basta recurrir a cualquier experto para analizar la estrategia de protección al presidente y a su gabinete en actividades cotidianas.
O mucho menos:
Revisar los videos del boliviano Evo Morales cuando, cortesía de Marcelo Ebrard, disfrutó de un avión oficial para trasladarse, con un periplo de película desde La Paz, a la Ciudad de México.
Era un conglomerado de agentes corpulentos, expertos en el manejo de armas y vigilancia de alto riesgo, en todas sus actividades.
Su residencia -oficial, por si hiciera falta subrayarlo- estaba rodeada las 24 horas del día por hombres de radio, audífonos y metralla.
Pero si salía, iba en suburbans blindadas, un comunicador de todas las confianzas de Ebrard e información permanente a la cancillería y a Palacio Nacional.
Aquí estaría la primera consulta:
-¿Quiénes son?
-Pues elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP), los más expertos, los más confiables, quienes protegían al ex presidente Enrique Peña Nieto.
TIEMPOS DE RIESGO
Ese es el primer ejemplo.
Solamente he acudido a un acto del mandatario actual y yo, reportero de varios sexenios, identifiqué a muchos de esos agentes.
Sembrados en torno de él de manera muy discretas, sin la prepotencia del pasado, pero al final de cuentas comisionados a lo mismo del ayer neoliberal.
El ejercicio periodístico sigue adelante.
Me asesoro de un general, un mayor muy joven con Carlos Salinas, y le pregunto quiénes protegen ahora al poder.
Tiene todo el organigrama.
Va sin nombres:
No hay funcionario de primer nivel sin vehículo blindado -las suburbans las vimos antenoche a las puertas de Palacio Nacional- y vigilancia redonda.
Un chofer armado, experto en movimientos logísticos, auricular fijo, corte de casquete, traje oscuro inconfundible y lentes oscuros.
Cada funcionario de nivel tiene una media de 15 agentes en rotación, fogueados en el EMP neoliberal, pero coordinados por un mayor o sargento.
Se teme por todos… y todo sigue igual.
LA SUERTE ECHADA
1.- La celada está tendida.
El presidente mexicano acudirá a visitar 8 y 9 de julio a Donald Trump sin una agenda beneficiosa para México.
Hay un riesgo mayúsculo: la conferencia de prensa está prevista por la locuacidad de ambos, pero debiera suspenderse.
En la Casa Blanca puede haber preguntas capciosas para uno y otro, pero sobre todo para el visitante porque su presencia es trascendente.
Está el tema de la masacre de Bavispe, donde murieron miembros de las familias LeBaron y Langord, con nacionalidad estadunidense.
Serán vistos como muertos propios.
Los periodistas, nada qué ver con las comparsas de la mañana en Palacio Nacional, tendrán libertad para hablar de temas electorales.
Va, sin duda, a reforzar la campaña de Trump para asegurar la reelección y ahí serán fundamentales los millones de mexicanos y latinos radicados en Estados Unidos.
Luego seguirá la campaña contra México.
La suerte está echada.
Y 2.- otra vez es noticia Televisa.
Ayer esa empresa y Radiópolis confirmaron la venta de la histórica estación radiofónica XEW al grupo de Miguel Alemán Magnani tras 89 años.