Teléfono rojo
Es una tarea titánica.
Casi imposible.
Pero Mario Delgado llegó a eso, a obedecer órdenes y a apagar fuegos de ambición de quienes se sienten con derecho.
Van por premios luego de apostar al ganador presidencial de 2018 a costa de sus principios y no aceptan migajas de consuelo.
Todo es negociable en Morena, pero con cierta dignidad según el entender de cada quien.
Si no les dan la postulación a gobernadores, puede ser una diputación -federal o local-, una candidatura a presidente municipal y regidurías.
Si alguien lo duda, demos cuenta de una reunión habida en la oficina de Mario Delgado con aspirantes de Baja California Sur.
Fueron citados varios: Rubén Muñoz, Armida Castro, Alejandro Castro y quien de plano dijo:
-Vengo de ver al presidente…
Es Víctor Castro, ex superdelegado y para quien el propio Delgado propuso hacerlo ganador de falsas encuestas y candidato sin más trámite.
Es decir, los demás deberían renunciar ahí mismo a sus pretensiones.
LOS CACIQUES DE SIEMPRE
Pero hubo resistencias.
Víctor Castro es ligado al grupo de Narciso Agúndez, una de las dos estructuras caciquiles sudcalifornianas.
El otro es el de Leonel Cota.
Como no fue posible desplazar a los otros, se pospuso la pretensión de difundir la semana pasada la supuesta encuesta para legitimar el dedazo.
En consecuencia, se retrasarán los sondeos y deberá permitirse a todos hacer campaña interna para sumar adeptos.
Eso está bien, pero hay un fondo distinto:
En Baja California Sur, como en gran parte de los estados, Morena está sumido en un debate de ilegalidad y acusaciones de corrupción.
Es lamentable, pero no es una discusión de proyectos, propuestas, cambio de política, renovación tecnológica y en general modernización.
Vea usted: Castro se dispone a impugnar los registros de Armida Castro y Rubén Muñoz por no pedir licencia a sus cargos.
Y también irá contra Ramiro Ruiz por registrarse junto con su esposa.
En familia, pues, para prolongar el regenteo de un estado marcado por los cacicazgos, los mismos gobernantes de siempre.
FUEGO PRESIDENCIALISTA
La guerra sucia ronda Palacio Nacional.
En Tlaxcala fue interceptada una plática de la empresaria Dulce Silva Hernández.
Ella, dice la nota publicada en Econsulta Tlaxcala, se declara desilusionada del actual gobierno.
El dato sería anecdótico si no fuera esposa de César Yáñez, de larga liga con el presidente y actual coordinador de Política y Gobierno.
¿Cuál sería la causa?
Silva Hernández hace política adelantada con miras a ser postulada por el partido oficial a la gubernatura de Tlaxcala.
Ayer ella reaccionó, presentó la denuncia respectiva y dijo que sus palabras fueron sacadas de contexto por el medio citado.
Ve detrás a quienes desde ya le temen:
“Nuestra fuerza está poniendo muy nerviosos a los que no quieren el cambio en nuestro estado, a los que quieren más de lo mismo y a los que se prestan a la simulación”.
Pide en su denuncia investigar a los responsables de este delito y de la campaña y sus pistas enfocan hacia la superdelegada Lorena Cuéllar.