Teléfono rojo
· Operativo con resistencias y consecuencias
· Los riesgos de incurrir en errores de Durazo
· La sangre militar en las primeras reacciones
Las alertas comenzaron el miércoles por la tarde.
A todos los jefes de región y zonas militares del noroeste del país se les pidió estar pendientes, en espera de instrucciones para las siguientes horas o días.
No se les decía más.
Un grupo muy reducido de la élite militar y del gabinete de seguridad era el único enterado sobre un operativo muy importante en preparación.
Sin nombre, sin ubicación.
Algunos cifran sólo en tres mandos claves en el siguiente orden: Rosa Icela Rodríguez, titular de la Seguridad y Protección Ciudadana; general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, y almirante José Rafael Ojeda.
Aunque no lo mencionan los informantes confidenciales, es imposible ignorar a Adán Augusto López, el secretario de Gobernación calificado como hermano por el presidente.
Y obvio, las órdenes salieron de Palacio Nacional, a donde regresaron datos precisos sobre los avances de la estrategia para dar con el blanco de tanta secrecía: Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán y solicitado por Estados Unidos.
A medianoche todo estaba listo para dar el golpe en víspera de la visita del presidente estadunidense Joe Biden para su encuentro en la Ciudad de México con el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el anfitrión Andrés Manuel López Obrador.
Pero había altos mandos castrenses escépticos, reacios a participar.
LOS ERRORES DE DURAZO
Del resto de las horas no hay comentarios.
Culiacán amaneció entre llamas, bloqueos, incendio de vehículos, alarmas ciudadanas y especulaciones sobre el segundo gran despliegue para detener a quien se liberó el 17 de octubre de 2019.
Los datos fluyeron y se confirmó:
Esta vez la acción fue quirúrgica en la comunidad de Jesús María y la coordinación encabezada por la secretaria Rosa Icela Rodríguez no tuvo los errores y las filtraciones del de su antecesor Alfonso Durazo, actual gobernador de Sonora.
-Pero -pregunto a un general de tres estrellas- ¿por qué la preocupación de ustedes?
En primer lugar, responde, porque los colocan en primera línea y pudiera suceder lo de octubre de 2019: ordenar la liberación del o los detenidos.
En segundo, porque las venganzas regularmente recaen sobre quienes participan tanto en la aprehensión directa como en quienes participan en los cordones de seguridad.
PRIMERAS REACCIONES
Justo cuando recolecto opiniones llega la información:
El coronel de infantería Juan José Moreno Orzúa, un Diplomado de Estado Mayor, fue atacado por balas criminales y murió en un hospital del Seguro Social de un disparo en hemotórax.
Hombre importante en la estructura militar: era comandante del 43 Batallón de Infantería y coordinaba la vigilancia en la frontera de Sinaloa con Nayarit.
Otro soldado de infantería, Manuel Alonso Díaz Medina, resultó herido pero cuatro elementos de la escolta de Moreno Orzúa también fallecieron en la emboscada.
El divisionario recuerda la detención de Rafael Caro Quintero en julio pasado, a la cual siguió el desplome de un helicóptero de la Secretaría de Marina (Semar) con 14 elementos de élite.
El veredicto dejó dudas: se desplomó por falta de combustible.
Mientras, el gobernador sinaloense Rubén Muñoz Rocha restó importancia a la anarquía imperante en su estado y prometió la normalización de actividades para este viernes.
Un buen deseo, qué duda cabe.