Teléfono rojo
No le bastó el pasado período ordinario.
Ahora va sobre el actual.
Una vez más el dirigente panista Ricardo Anaya ha ordenado frenar los trabajos del Congreso de la Unión para desbarrancar la agenda del gobierno de la República y su partido, el Revolucionario Institucional (PRI).
La última oportunidad, quizá, para culminar la agenda sexenal y sobre todo atender asuntos fundamentales como las designaciones de fiscales general de la nación y anticorrupción, la Ley de Seguridad Interior y muchos otros de gran urgencia.
Eso no le importa a Anaya, interesado únicamente en construir una plataforma para ser candidato a la Presidencia de la República y llevar de títeres a varios partidos, como Movimiento Ciudadano (MC) de Dante Delgado y Revolución Democrática (PRD) de Alejandra Barrales.
Su estrategia es simple:
Nada, ninguna iniciativa pasará en la Cámara de Diputados, donde cuenta con un incondicional en la coordinación de los legisladores del Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés.
Es su retén.
Ya no cuenta con el Senado de la República, donde todos los partidos –panistas, morenitas, priístas, perredistas, etcétera- votaron por el disidente Ernesto Cordero para presidente.
EL PRI DESTA LA FURIA DEL DICTADOR PANISTA
Ricardo Anaya ha recibido el aguijón que necesitaba.
Si algo faltaba para desatar la furia del otrora joven maravilla de Querétaro, ayer la recibió.
El PRI pidió investigar su sospechosa riqueza, generada a partir de ser funcionario público y en posiciones como presidente y coordinador azul en la Cámara de Diputados.
Enojado, pidió continuar adelante con la comisión investigadora propuesta por el coordinador tricolor César Camacho Quiroz y recurrió a su viejo discurso: los priístas son los más corruptos.
Poco le importa ahora el florecimiento de los moches panistas cuando él fue coordinador de la bancada de su panista y presidente de la Cámara de Diputados.
Miles de millones entregados a gobiernos estatales y municipales –sobre todo a los segundos- a cambio de elevados cobros de comisión y hasta condicionamiento para realización de obra pública.
Hoy la estrategia de Anaya es muy práctica: frenar las iniciativas del gobierno y del PRI en la Cámara de Diputados porque no puede hacerlo en la de Senadores.
Ahí hay un grupo cada vez más creciente de senadores dispuestos a jugar contra su líder y, decisión partidista, impedirle ser candidato a presidente de la república.
Y como lo aprobado en San Lázaro no pasará en Reforma, vamos hacia la parálisis legislativa.
Todo porque Anaya se siente agredido y pregunta en redes sociales: “¿Por qué busca destruirme el PRI?”.
ZAMORA NO RECOGERÁ LOS DESPOJOS DEL PRI
A los priístas tampoco les va de maravilla.
He aquí un adelanto:
En Jalisco el militante del PRI mejor posicionado es el senador con licencia Arturo Zamora, secretario general de la Conferencia Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).
El está concentrado en fortalecer al sector popular y ponerlo a disposición del próximo candidato presidencial priísta, lo cual lo aleja de su natal Jalisco y sobre todo de la sucesión de Aristóteles Sandoval.
El sabrá cómo maneja su situación, pero aquí pueden darse algunos elementos:
Desde la CNOP tiene un espacio nacional y puede colocarse, amén de los múltiples cargos actuales, en ruta para el próximo sexenio.
Y si ya está en contacto con los gobernantes actuales y con quienes pueden aspirar a la Presidencia para el año próximo, ¿qué necesidad tiene de ir a recoger cacharros del PRI en su estado natal?
Conste: es un adelanto.