
Guerra de aranceles entre EU y China, una oportundiad para México
Dicen los estudiosos del tema, que lo característico del populismo no es tanto la relación entre el líder y el pueblo, sino la habilidad de éste para llegar a aquellos que consideran que carecen de voz en el sistema político o que sufren de exclusión económica, social o política.
El populismo es una construcción maniquea que confronta al pueblo con la oligarquía política y económica.
Esta concepción de populismo tiene cabida en regiones como Latinoamérica, que posee los niveles más altos de desigualdad socioeconómica en el mundo, en la que los líderes tienen una alta probabilidad de vincularse a los sectores pobres. Así permeó en fechas recientes en Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, por citar solo unos casos.
Pero no todos los populismos son de izquierda, también en el neoliberalismo florecen. Es notorio en las alocuciones de Donald Trump, cuando en sus discursos, desde su toma de posesión, expresó que los industriales extranjeros han acumulado fortuna a costa del pueblo estadounidense o que han subsidiado ejércitos de otros países o que han descuidado sus fronteras por defender la de otros países.
Trump se asume, en el posicionamiento populista del gobernante, como el abanderado para procurar el beneficio económico a quienes, supone, los migrantes latinos han dejado en desventaja, como consecuencia, por una parte, de arreglos comerciales nocivos, pero las más de las veces, por la migración ilegal.
Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre el populismo latinoamericano y el populismo que pregona Trump. En el primero, como se ha mencionado, tiene su raíz y explicación en las grandes brechas socioeconómicas entre los que están en el vértice de la pirámide, posición resguardada por el Estado liberal, y la base de la misma, que sólo medio comen en el día a día y que la cobertura médica, vivienda y educación constituyen el cuerpo de su exclusión.
El populismo de Trump, es una estrategia para justificar ante sus votantes la xenofobia y racismo, pero, sobre todo, es una maniobra política para construir un antagonismo acendrado entre la sociedad norteamericana y a quienes considera culpables de arrebatarles las oportunidades laborales en el mercado norteamericano.
No obstante, el discurso redentor del presidente Trump va perdiendo oxígeno y no ha terminado de permear, debido a la fuerte oposición de amplios sectores sociales, actores políticos y organizaciones de aquel país. Su discurso grosero y grotesco, no puede conquistar a los que no votaron por él, lejos de ello, va perdiendo simpatía entre destacados líderes de su mismo partido.
En otras palabras, en Estados Unidos, hay populismo, pero le falta el líder.