Teléfono rojo
La seguridad ciudadana es indispensable para construir un desarrollo sustentable. Requiere que todos nosotros conozcamos nuestro rol en el problema. Se puede avanzar en la lucha contra la criminalidad cotidiana, para ello hay que empezar con acciones de prevención del delito y con políticas sociales efectivas, porque si en un lugar no hay trabajo, no hay condiciones de vida, no hay educación, no hay ocupación ni oportunidades los índices de violencia se disparan a niveles alarmantes. Es cuando aparece el fantasma de la desigualdad.
Pero si hablamos del crimen organizado, las estrategias son de corto, mediano y de largo plazo. Se pueden revertir los efectos de la inseguridad, siempre y cuando se reconozca que hay problemas, se abone a la transparencia, se instrumenten estrategias y haya justicia y aplicación de la ley.
Con la realización del Foro Internacional de Seguridad Ciudadana en el que participaron los expertos John Bailey y Lucía Dammert se buscó, entre otros objetivos, visibilizar el problema de inseguridad, pero también construir alternativas y caminos para extirpar el cáncer que está asfixiando a los guerrerenses y a los acapulqueños.
Por lo pronto, desde el Congreso local habremos de seguir haciendo de la búsqueda de la seguridad pública y ciudadana nuestra agenda, pero se requiere que también la sociedad civil organizada, las cámaras, los profesionistas, el sector turístico, grupos y asociaciones vayamos juntos más allá de colores partidistas, porque esta agenda es para recuperar la seguridad en Guerrero.
Siempre he sido crítico de las estrategias de estado, toda vez que pese a la profusa crisis de seguridad por la que atraviesa Guerrero, la respuesta oficial se ha centrado en pretender invisibilizar o minimizar la problemática, con lo cual, desde luego, se ha favorecido a la impunidad, lo que ha incitado a los criminales a seguir delinquiendo.
Disminuir sensiblemente, bajar notoriamente la criminalidad es posible siempre y cuando existan los liderazgos locales, estrategias y políticas integrales de seguridad ciudadana que atiendan la prevención, contención y castigo a la delincuencia; con participación de la sociedad civil; y una adecuada reforma policial.
Es posible sí, remediar y aminorar, controlar incluso ciertos síntomas del crimen común y del crimen organizado. Por lo pronto, se debe estudiar a fondo cuáles son los fenómenos y cómo funcionan, pues con ese tipo de conocimientos se puede comenzar a proponer nuevas claves para que un gobernante tome decisiones.
Sin duda se tiene que empezar a decirle a la ciudadanía cuál es la dimensión del problema, cómo atenderlo y con qué equipo de conocimiento se puede empezar a resolverlo. Hay que fortalecer anticuerpos que permitan disminuir al mínimo o controlar eficazmente la criminalidad, aunque los mayores resultados estuvieran en el mediano y en el largo plazo, pero hay que comenzar si no más adelante será demasiado tarde.