
Teléfono rojo
Emilio García Cárdenas y la sombra de la persecución
El pasado 19 de mayo, un nuevo capítulo en la saga de la persecución contra Emilio García Cárdenas se escribió en los pasillos del Poder Judicial de Chilpancingo, Guerrero.
En una audiencia que se extendió por más de tres horas, la jueza de Control y Enjuiciamiento Penal echó por tierra la solicitud del Ministerio Público de vincular a proceso al periodista por el supuesto delito de violencia familiar.
Lo que parecía una más de las cacerías de brujas, inspirada en intereses oscuros y confabulaciones, terminó dejando al descubierto las grietas de un sistema que, lejos de buscar justicia, parecía dedicado a triturar la vida de un hombre.
La acusación que pesaba sobre García Cárdenas venía de su propio hermano, quien, apoyado por las autoridades del Ministerio Público y la colaboración de su agresor, el hombre que lo golpeó brutalmente a principios de este año, tejió una historia de violencia familiar sin fundamento.
La denuncia, que data de octubre de 2024, ponía en el centro del debate no solo las tensiones familiares, sino también la ambición sobre un bien inmueble que, según parece, su hermano ansía obtener a toda costa.
Sin embargo, la falta de pruebas y la carencia de elementos sólidos para sustentar las acusaciones fueron determinantes para que la Jueza de Control, del Tribunal Superior de Justicia, resolviera a favor de Emilio. La verdadera víctima.
Lo que está en juego aquí no es solo la vida de Emilio, sino la evidencia de un patrón perverso en el que las autoridades del Ministerio Público parecen haberse prestado para servir como peones en un juego de poder, favoreciendo una versión construida sobre mentiras y falsedades.
La Jueza, sin embargo, reconoció que el dictamen psicológico que pretendía probar el daño psicoemocional de la supuesta “víctima”no era suficiente, y, por tanto, no había razones para seguir adelante con el proceso.
Pero la trama no termina aquí. En un giro digno de una novela negra, cada vez más parece que lo que se esconde detrás de esta persecución es una lucha por el control de la propiedad familiar, por su hermano, un agresor y una mujer que lo acusó de violación como piezas clave de este rompecabezas.
Es una lucha de poder, y Emilio ha quedado atrapado en medio de una maquinación que utiliza la justicia como su herramienta de destrucción.
El Ministerio Público, actuando como la Inquisición de antaño, ha intentado llevar a Emilio García a la hoguera, sin importar la verdad ni el daño causado.
Lo más alarmante no es solo la violencia que sufrió Emilio en manos de quien lo dejó al borde de la muerte o el maltrato que ha recibido de las autoridades ministeriales, que se ha utilizado las herramienta de persecución para lograr fines particulares.
El poder, en su forma más corrupta, tiene el rostro de aquellos que manipulan los sistemas para satisfacer sus deseos, sin medir las consecuencias para la vida de las personas involucradas.
Afortunadamente existen juezas y jueces que no se prestan a estas maquinaciones y han frenado lo que parece la persecución de una Ministerio Público en contra de Emilio García Cárdenas.
Está historia es una muestra más de cómo el MP puede ser pervertido y cómo quienes deberían ser los guardianes de la justicia, en lugar de protegerla, la distorsionan y la usan como arma contra quienes se convierten en sus objetivos.
Esta es la dura realidad a la que se enfrenta un hombre en lucha por su libertad y por la verdad.
El guion de esta novela negra sigue escribiéndose, pero ya se sabe quiénes son los villanos que lo protagonizan.