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CHILPANCINGO, Gro., 5 de marzo de 2015.- No dijo su nombre, pero el magisterio disidente lo reconoció cuando subió al templete. Estudiante de Ayotzinapa, sobreviviente del fatídico 26 de septiembre de 2014.
Tomó el micrófono con sus manos morenas, quemadas por el sol en un sin número de marchas y por el trabajo de campo que realizan en los cultivos de la escuela normal rural.
“Bienvenidos a lo que no tiene inicio, bienvenidos a lo que no tiene fin, bienvenidos a la lucha eterna. Unos lo llaman necedad, nosotros lo llamamos esperanza”, dijo y el silencio hizo eco.
“¿Por qué callar si nací gritando?, nos quisieron desaparecer y aparecimos por todo el mundo”, expresó en memoria de los 43 estudiantes desaparecidos y los tres que fueron asesinados en Iguala el 26 de septiembre del año pasado, en una ataque perpetrado por la Policía Municipal y el grupo delictivo Guerreros Unidos.
Hubo un silencio de respeto. Frente a él, los maestros disidentes levantaron cartulinas en apoyo a la normal de Ayotzinapa.
Otra vez, el estudiante habló: “Como sobreviviente de Iguala, estamos alzando la voz para que este crimen de lesa humanidad no quede impune, como pasó con el asesinato de dos compañeros el 12 de diciembre de 2011”.
Guardó silencio un par de segundos, casi imperceptibles. Quizá una memoria inundó su cabeza, quizá la imagen de los cuerpos ensangrentados de Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús, inmortalizados en cientos de fotografías y videos. Quizá el recuerdo de los policías disparando sus rifles de asalto contra los estudiantes, en aquel violento desalojo a la Autopista del Sol, ese día fatídico hace poco más de tres años.
“Estamos inconformes, estamos enojados. No tenemos miedo, ¡tenemos mucha rabia!”, dijo en un grito y levantó al cielo el brazo derecho, con la mano empuñada.
Nuevamente se alzaron las cartulinas, ¿dónde están los 43 que nos faltan?, decía una de ellas. La Procuraduría General de la República (PGR) ya dio una explicación que no los dejó conformes: Los asesinaron, los quemaron y los arrojaron al río. Nunca encontrarán sus restos.
Los normalistas de Ayotzinapa no sólo están llenos de rabia por sus compañeros desaparecidos. Ahora se suma el coraje por el desalojo violento ocurrido el 24 de febrero en Acapulco. Ahora también claman por Claudio Castillo Peña, el maestro jubilado de 65 años con discapacidad motriz que murió esa noche.
“Han venido represiones contra los maestros, tal como pasó hace unos días en Acapulco. Le estamos diciendo al gobierno que ya no tenemos miedo. Estamos alzando la voz para que todas las ratas del gobierno se vayan de aquí”, dijo y elevó aún más sus palabras, hasta que la garganta le dolió y escuchó un carraspeo al micrófono.
“Rogelio Ortega se siente como gobernador, aun cuando sabe que no votamos por él. Simplemente lo pusieron, lo usaron como un títere, tal como los capitalistas pusieron y manipulan a Enrique Peña Nieto”, el repudio a los gobiernos estatal y federal fue palpable. Ambos jefes del Ejecutivo fueron denostados.
El coraje alcanzó también a las televisoras más importantes del país: Televisa y Tv Azteca, a las que el magisterio disidente ha criticado por el manejo sesgado, oficioso y gobiernista de la información.
“Tal vez no tenemos una empresa como Televisa o Tv Azteca, pero podemos salir a la calle a alzar la voz, a manifestarnos, a invitar al pueblo a que se una al movimiento, porque estamos cansados, ahora fuimos nosotros, fuimos Ayoztinapa, ya fueron los maestros, después va a ser el pueblo, por eso tenemos que levantar la voz, salir a la calle, con repudio, con coraje del gobierno”, exigió el sobreviviente de la masacre de Iguala.
Reconoció la crucifixión de la que fueron objeto por parte de dichos medios, del juicio público que enfrentan por las constantes movilizaciones. Sin embargo, advirtió que no abandonarán la lucha.
“Grandes son aquellos que a pesar de ser juzgados no cambian para satisfacer a unas ratas y a unos sátrapas del gobierno”, expresó el joven de piel morena y mirada triste.
Entonces, levantó el puño y su grito hizo eco en los presentes: “¡Porque vivos se los llevaron!, ¡vivos los queremos!”.
Después de su intervención vinieron otras, ahora de maestros disidentes de la CETEG. La jornada de movilizaciones terminó tranquila. Esta vez le tocó a Zumpango. También ahí falta un estudiante, uno de los 43.