Gobierno de Guerrero sigue con plan Acapulco de transforma contigo
CHILPANCINGO, Gro., 13 de marzo de 2014.- Al tener cada vez mayor fuerza el tema de la inseguridad en Guerrero, habitantes de diversas comunidades han decidido tomar las armas para cuidad a su gente. Pero no sólo los hombres están convencidos de que si quieren sobrevivir, ellos mismos deben cuidarse; las mujeres, desde jovencitas de 15 años hasta de la tercera edad, también participan en este movimiento.
De acuerdo a información publicada en el portal digital del periódico El Universal, es en las bases de operación de la policía ciudadana de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), donde se pueden encontrar a decenas de mujeres, de las 10 comunidades del Valle del Ocotito, zona rural de Chilpancingo -que desde el 23 de enero resguarda a los integrantes de este movimiento armado-, y ellas están dispuestas a “cambiar las faldas por los pantalones; a agarrar un rifle y a soltar las cucharas si es necesario”. Porque están decididas a que no haya más secuestros, extorsiones, cobros de cuotas, violaciones y robos.
Aquí ninguna mujer dispara, pero se capacitan para aprender. Tampoco se limitan a hacer labores de hogar. Sí, su comida es la más rica, aseguran los policías, pero las mujeres del Sistema de Seguridad Ciudadano (SCC) no sólo sirven para cocinar, también dan consejos, pláticas a mujeres detenidas y en algunos operativos participan en la revisión de las “infractoras”.
En lo que va del movimiento, las mujeres -que tienen edades desde los 15 años hasta los 70 años- que participan en las comunidades han demostrado ser motor de cambio y de unión, porque si no fuera porque “regañan a quienes no están de acuerdo que el pueblo se defienda, sería más difícil para nosotros estar aquí y tener la fuerza para sacar a la delincuencia”, confiesa el comandante Luna.
En medio del bullicio de la hora del desayuno, Rosita, dice: “¡Foto no!, ¡Ni se te ocurra porque me encabrono”. Muchas cosas ocurren a su alrededor. Se escuchan peticiones como: “¡más tortillas!”, “¡comadre, déjese de entrevistas y pase otro plato de sopa!”. Las mujeres que dan de comer a los policías ciudadanos muestran tener un carácter fuerte y se dan a respetar.No es para menos, comparte Rosita, su propia vida la hace ser más dura. Tiene 58 años y es madre soltera de dos hombres mayores de 30 años, que para mantenerlos ha trabajado de muchas cosas, desde el 23 de enero, “cuando oímos el run run de la comunitaria, me emocioné”, dijo.
Recuerda que los secuestros eran muy frecuentes en La Haciendita, que aunque no llega ni a los 300 habitantes vio a casi igual número de “sicarios y halcones”, en los últimos meses la cosa era peor. El comisario platicó del proyecto de la UPOEG “que busca la tranquilidad” y se animó, a tal grado que ella organizó a un grupo de vecinos, entre ellos sus dos hijos.
De las 10 comunidades del Valle del Ocotito dentro del SSC de la UPOEG, a la fecha hay 20 grupos de 12 policías cada uno colaborando con parte de los 5 mil policías de ese sistema en todo el estado -según cifras que dio a conocer el dirigente Bruno Plácido- que cuidan de la seguridad de la zona. No muchos quieren ser protagonistas.
En la Base de Operaciones de la Policía Ciudadana del Valle del Ocotito se concentra la mayor parte de las acciones, allí se hacen las asambleas y se organizan los operativos. El lugar es el patio de una casa a pie de carretera. Está en la vía federal Chilpancingo-Acapulco, entre la comunidad de Mohoneras y El Ocotito, ésta última, la más grande de Chilpancingo.
Otro caso, es el de La Comandanta. Una mujer aprende a utilizar el rifle. Vigila junto a su hija y su amiga Ojos de Avellana, el “cuartel” improvisado de la policía ciudadana en el pueblo Palo Blanco. Tiene 42 años de edad y se siente orgullosa porque participa activamente en el grupo.
Le dicen La Comandanta por su carácter, porque aunque no mide más de un metro y medio, su temple, fortaleza y altura lo ha demostrado en cada reunión, donde expresa que ya no dejarán entrar a ningún delincuente. Organiza a sus vecinas, las concientiza, les dice lo que ha escuchado a los comunitarios, “sólo el pueblo, puede defender a su pueblo”.
Tiene voz dulce, pero cuando se trata de opinar y poner en su lugar a la gente, hasta al alcalde, Mario Moreno, quien se comprometió a pavimentar la calle principal de la comunidad (y que al momento no ha cumplido), le dice sus cosas.
En Palo Blanco, que fue una de las primeras comunidades en sumarse al movimiento de la UPOEG, al tercer día de tomar el control, habitantes de la comunidad de unas 5 mil personas, respaldados por policías ciudadanos, encontraron un laboratorio para procesar amapola.
Había dos kilos con 500 gramos de goma de opio, 46 cartuchos útiles de armas de alto poder y animales exóticos, pero han hecho más hallazgos, asegura el comisario suplente Jonhy Hernández.
En ese pueblo hay unos 60 policías adheridos al SSC, la razón: están hartos de pagar cuotas a los delincuentes, de los secuestros, levantones e inseguridad. Expone La Comandanta que hasta las señoras que venden salsa pagaban hasta 200 pesos a la semana al crimen organizado por el cobro de piso. “Imagínate, las señoras pobrecitas que apenas si sacan de la venta de sus salsitas, tenían que pagarles a los malditos”.
El 7 de febrero, recuerda, era viernes por la noche, los policías realizaron cateos. Después de la denuncia de un presunto secuestro, los policías realizaron un operativo para inspeccionar el lugar, un kilómetro cerro arriba de Palo Blanco.
Aunque no encontraron personas secuestradas, observaron otros artefactos como dos tanques de gas; dos parrillas para procesar la amapola, un horno, báscula, amoniaco, carbonato y sellador de plástico, la droga y los cartuchos de pistola 38 súper; 14 de 9 milímetros y 26 de rifle R-15. También varios animales exóticos como pavorreales.
La Comandanta se siente tranquila y segura con la policía ciudadana y está lista para disparar si es necesario. “Estoy dispuesta a agarrar un rifle, a hacer operativos también, pero que me capaciten, no todo el tiempo vamos a estar escondidas, espantándonos”.
En poco tiempo está segura, que como ya hay en el SSC de la UPOEG, pero en Tierra Colorada, municipio de la Costa Chica, tendrán su propia policía ciudadana de mujeres, “vamos a hacer operativos y si tenemos que disparar, pues… yo ya estoy juntando mi grupo de señoras, ya somos unas 10”.