Sin mucho ruido
El PRD y el Frente
El PRD formalizó ayer su incorporación a la coalición electoral con el PAN y Movimiento Ciudadano en el momento más crítico y débil de su historia, tan crítico que esa era la única opción que le quedaba para figurar en las elecciones de 2018.
Con un máximo de 6 por ciento de las preferencias electorales que en promedio le adjudican al PRD las encuestas para las elecciones presidenciales del próximo año, es evidente que este partido carece por sí mismo de capacidad para competir. En cambio, dentro del Frente Ciudadano por México creado con el PAN y MC se diluye su debilidad aunque, como consecuencia lógica de ello, también su identidad.
Una muestra de la debilidad del PRD puede encontrarse en el acuerdo por el cual el Consejo Nacional perredista delegó en la presidenta del partido, Alejandra Barrales, negociar en el convenio con el PAN y MC la inclusión de una cláusula que determine un método democrático para elegir al candidato presidencial de la coalición, aspiración válida pero impracticable a esta altura si por método democrático debe interpretarse una elección abierta a la militancia. No habrá una elección interna en el frente porque al PAN no le conviene que un procedimiento de esa naturaleza ponga en riesgo la precandidatura de Ricardo Anaya, en torno a la cual se aglutinan las fuerzas predominantes en su partido, y porque el PRD no tiene la fuerza suficiente para imponer esa solución. Ninguno de los consejeros perredistas ignora esto, pues todos son conscientes del papel secundario que en esta coalición tendrá el PRD, como lo tuvo en los comicios estatales realizados el año pasado en varios estados, en los que participó aliado con el PAN.
Sellado el compromiso para la alianza con el PAN y MC, se avizora para el PRD la profundización del proceso de disolución en el que entró hace cuatro años con la creación de Morena. Su renacimiento podría darse sólo en el caso de que el Frente gane la Presidencia.
Como es muy difícil ya que el Frente se rompa, pues esa eventualidad resultaría fatal para el PRD, y al margen de las grandes diferencias ideológicas que existen entre estos partidos, podemos dar por hecho que la alianza PAN-PRD-MC llegará a las elecciones del próximo año y que en los hechos se convertirá en el tercer bloque de partidos en disputa frente a las coaliciones que encabezarán Morena y el PRI.
Con la vieja fórmula del reparto de cargos, los partidos del Frente remontarán sin duda el problema de la designación de su candidato presidencial, que también sin duda será Ricardo Anaya, probablemente elegido mediante un dedazo atenuado con algún disfraz democrático (como ocurrirá en el PRI). Y el efecto de esta recomposición de fuerzas en el país será una elección presidencial de tres tercios, incluso en el caso de que Margarita Zavala o Jaime Rodríguez sean capaces como independientes de atraer en cierta medida la atención del electorado, lo que quizás restaría algo así como un diez por ciento de la votación, en teoría al PAN y a Andrés Manuel López Obrador.
No parece que al calor de los fuertes intereses y de las estrategias partidistas que dieron nacimiento al Frente Ciudadano por México, tengan lugar en este bloque las candidaturas “ciudadanas” impulsadas por un sector de la academia y la intelectualidad, y si algunas logran meterse, no parece que puedan salir indemnes de la trituración a la que de inmediato o después serían sometidas. Es infantil pretender que en la guerra que se avecina, un puñado de ilusos pueda cambiar la naturaleza del Frente Ciudadano, que es una coalición de partidos que buscan el poder.
En ese contexto, debe decirse que nada ha cambiado en los objetivos y motivaciones del Frente desde que a finales de mayo Ricardo Anaya y Alejandra Barrales anunciaron sorpresivamente su creación. En lo que respecta al PAN, responde a una estrategia de Anaya para obtener la candidatura presidencial, lo que está a punto de conseguir después de que Margarita Zavala le despejara el camino. En algún momento también Miguel Ángel Mancera abrazó la idea de alcanzar esa candidatura, lo que al paso del tiempo se le hizo imposible, pues era claro que el PAN no cedería la candidatura al jefe del Gobierno de Ciudad de México.
Seis meses después de concebido el Frente, la realidad es que el único que ganará con esa coalición es el PAN, el partido fuerte y predominante de esta alianza, mientras que al PRD le está reservada la candidatura a Ciudad de México y la sobrevivencia como partido. Y Movimiento Ciudadano, por su parte, seguramente crecerá en presencia en el Congreso y quizás gane la gubernatura de Jalisco. La incógnita es si esta alianza podrá vencer a Morena, el motivo original del Frente anayista y que hasta este momento, ya definidas las coaliciones, continúa en la delantera en las encuestas. O si el PRI y el gobierno tendrán éxito en su empeño de reducir al Frente para generar el escenario en el que ellos, los priístas, vencen a López Obrador.
El PRD contra los padres de los normalistas
El vocero de los padres de los 43 normalistas desaparecidos, Felipe de la Cruz, “carece de toda autoridad moral para hacer ese tipo de señalamientos, tenemos información de que el señor saca prebendas personales de esta situación”, dijo ayer el secretario general del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Guerrero, Alberto Catalán Bastida. El dirigente del PRD contestó así a la postura de los padres, quienes en voz de Felipe de la Cruz cuestionaron un día antes que el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero pretenda ser candidato a diputado federal por el Frente Ciudadano por México, debido a su responsabilidad en la desaparición de los 43 estudiantes. De la Cruz dijo que tratarán de impedir que Aguirre Rivero sea candidato. Catalán Bastida dijo que Aguirre Rivero “no es investigado por ningún delito”, y pidió “que se deje de estar politizando una tragedia tan lamentable”. ¿De verdad defenderá el PRD a Aguirre Rivero y lo hará diputado?