El agua, un derecho del pueblo
La Nao, ¿de 3 millones de pesos o de 8?
¿Se gastarán ocho millones de pesos en La Nao 2018? Por el tipo de eventos y la pobreza de su cartelera no creo. Administradores culturales consultados calculan al máximo una erogación total de tres millones de pesos. ¿Quién se quedará con los cinco restantes? Esa es la pregunta.
Y parece ser el motivo del pleito casado entre la secretaria de Desarrollo Social Milly Ramírez, hija de un líder de la vieja CTM priísta, con la directora de Cultura Malena Steiner, actriz que siempre estuvo cobijada por Luis Zapata y el malogrado José Dimayuga.
Lo que sabemos de Milly, a la que siempre confundo con Pily por su sonoro nombre, es que es una buena estudiante egresada de universidades locales y cero experiencia. Y que al final, como dice Pablo Milanés, no es lo mismo, pero es igual.
Mejor que su currículum es el padrinazgo que representa ser hija de un viejo líder cetemista del anciano PRI, con todo lo que esto implica en la historia del movimiento obrero mexicano y especial de Acapulco, y que le habla al oído a Adela Román y a sus hermanos, funcionarios sin nombramientos que andan desatados quitando, poniendo, nombrando, autorizando como si tuvieran alguna responsabilidad oficial.
La pugna entre la actriz y la hija del líder cetemista ha cargado los dados a favor de la segunda, la influencia de los Ramírez ha logrado colocar a varios miembros de su familia y amigos en puesto$ clave, con el apoyo del líder de la vieja izquierda perredista Eloy Cisneros en el gobierno municipal.
Se dice que la alcaldesa ha manifestado a sus cercanos que está hasta “la coronilla” de la eximia ejecutante de los tablados, que antes de aceptar esta responsabilidad rechazó la propuesta de dirigir un centro cultural en Ciudad Renacimiento que le hizo el secretario de Cultura Mauricio Leyva porque sólo le ofreció 10 mil pesos mensuales.
Dicen que la Steiner argumentó que ella por 10 morlacos no se iba a exponer a la violencia en la zona. Primero estaba su pellejo que estar al frente de ese centro cultural en un área donde las balas, aunque sean de plata, balas son, y matan más que el desempleo.
En eso estaba cuando Adela se hizo candidata de Morena y le ofreció lo que ella supuso era el premio mayor de la lotería a la que siempre había comprado boleto… pero en donde siempre había obtenido reintegros al ver a sus amigos encumbrados acceder a puestos públicos. Desde los gobiernos priístas, perredistas habían estado dentro del presupuesto. Hasta hubo fotografía con pie de foto que difundió el equipo de prensa de la candidata donde aparecían la actriz, una pintora y la futura presidenta: todo el apoyo se decía, mostraban sonrisas de felicidad frente al futuro de la Cuarta Transformación.
Pero más allá de las grillas internas en el ayuntamiento, donde al menos tres grupos se disputan el poder y el dinero público en una lucha cuerpo a cuerpo, todos contra todos, entre familiares y amigos con otras mafias de familiares y amigos, los ciudadanos deben exigir un informe detallado de cómo se gastará el dinero público en La Nao que ha quedado reducida a una maltrecha barcaza que navega con los vientos maliciosos de una sociedad omisa. Porque también votamos por la transparencia en el uso de los recursos públicos.
Y reitero, esta cartelera de eventos unidos a una especie de rosario de cuentas halladas en el mercado de lo perdido, lo que aparezca, y que si somos exigentes no llega a llamarse Festival (entendido este como una posibilidad de acceder a las vanguardias de la actividad creativa y artística), sino naufraga por los conflictos y limitaciones que arrastra, no supera ni al anterior del condenado gobierno evodista y que el adelismo parece proteger…
Por lo pronto, hay que seguir reconociendo que el Festival de La Nao, sólo el del gobierno de Félix Salgado Macedonio, quien como la India María, tonta, tonta, pero no tanto, se rodeó de talento que le hiciera la plana en el campo de la cultura, aunque bien sabemos que si por su gusto fuera, lo hubiera atiborrado de música de banda, motos, sillazos, jaripeos y rancheras.
Aquí nos tocó vivir, dijera la Pacheco, y hay que hablar, denunciar y organizar para cambiar hacia un Acapulco mejor.