Teléfono rojo
Acapulco, marca en el olvido
Las ciudades son como las personas. Tienen un nombre que las distingue y virtudes, defectos y particularidades que les confieren un carácter preciso. Pero siempre hay algo que escapa, caduco e indefinible, que las hace siempre nuevas e inesperadas cada vez que se vuelven a visitar.- Fabrizio Caramagna (Poeta, escritor italiano 1969- ).
Una ciudad es un elemento vivo, John Steinbeck comparaba a las ciudades con un ser animado y nos decía:
Una ciudad se parece a un ente biológico. Posee un sistema nervioso, una cabeza, unos hombros y unos pies. Cada ciudad difiere de todas las demás: no hay dos parecidas. Y una ciudad tiene emociones colectivas.
En este último párrafo, estoy totalmente de acuerdo, la ciudad es un ente pletórico de emociones, que influye en sus habitantes y que se refleja y contagia al menos por unos momentos a sus visitantes. Los convierte en parte de ella, por esos breves días en que el visitante vive y respira la atmósfera del lugar.
Acapulco fue una ciudad-marca, nació y creció casi de manera espontánea, sin una planeación previa, más que la restricción de la zona federal, para despojar al Gral. Juan Andrew Almazán de los terrenos con playa, poder hacer la Costera Miguel Alemán y vender (o asociarse) en los nuevos terrenos con franja de playa. Nuestra belleza natural y la cordialidad de los lugareños, impactó favorablemente en el mercado internacional y se convirtió en un lugar de referencia, México (el país) era conocido por el puerto de Acapulco, situación que se ha ido desplazando, ya que ahora compiten, tomando la delantera incluso, Cancún, Vallarta y Los Cabos.
Acapulco requiere un rediseño de marca, volver a posicionarse como un destino deseable, para tener más opciones de visitantes y no quedarnos exclusivamente como la única opción de los capitalinos, gracias a la cercanía y a la autopista.
En las ciudades, los ciudadanos, son responsables de su suerte. La democracia municipal hoy urge de equipos políticos –de polis- capaces de diseñar y rediseñar a la ciudad con talento, capacidad de gestión y relaciones implícitas. Capaces de situar la ciudad, organizativamente, donde debe estar. Equipos que movilicen a la ciudad, que estén conscientes que las municipalidades que sólo administran (mal, frecuentemente) conducen la ciudad al ocaso y la ruina. Saben, también, que el centrarse en servicios de calidad no es suficiente. Hoy, todo equipo de gobierno municipal debe ser líder: afrontar los retos comunes y propios para que la ciudad no sólo funcione: esté en la red de ciudades donde haya más oportunidades. Un equipo jamás cerrado, ni prepotente. Gobernar una ciudad implica tomar iniciativas. Ser proactivo, e implica sumar, no restar, multiplicar, no dividir. Trabajar en equipo (Puig, 2008).
Acapulco ha llegado a la madurez como ciudad, y enfrenta ahora los retos (y las áreas de oportunidad) de la decadencia. Para poder trabajar en el fortalecimiento de Acapulco como ciudad-marca, tenemos que empezar viendo a la ciudad como un todo, que es mucho más que la suma de sus partes, debemos de pensar en un Acapulco único, integral, articulado, el cual, pese a ofrecer alternativas diversas y enriquecidas para todos aquellos que siguen deseando verse sumergidos en la tibieza de nuestras playas, es un solo Acapulco.
Creemos que Acapulco requiere un rediseño. Gracias a la historia y el patrimonio, por su situación geográfica excepcional, por un momento largo de esplendor, hemos mantenido una presencia. Sin embargo, ya se ha agotado. Estemos conscientes que el pasado nos da personalidad, pero no podemos vivir de nuestra historia y nuestras glorias pasadas. El futuro se tambalea. Hay quiebras, goteras, rasguños, vientos no favorables. Pero hay quien no está dispuesto a esperar, pasivo, la decadencia. Y el eventual derrumbe.
Las señales de alarma son claras, por los indicadores económicos y de calidad de vida decrecientes, por el descontento social, por los indicios de violencia, por la emigración o la alarmante inmigración. Tenemos que decir: hasta aquí. Contemplar nuestro pasado sin nostalgia y decir: volvamos a empezar. Hay que hacerlo. Tomar el lápiz y trazar el rediseño. Desde lo que fueron y son, pero para lo que son hoy y serán mañana. Con determinación y arrojo, podemos lograrlo y convertirnos en los nuevos creadores.
Si se consiguió una vez, ¿por qué no ahora? Nuestra ciudad vale la pena el intento.
Cierro con esta cita de Winston Churchill: Damos forma a nuestras ciudades, luego ellas nos dan forma a nosotros.
Construyamos entonces, lo que anhelamos ser. Juntos Logramos Generar ideas.
JLG.