Hoja verde
Aca Moto, saldo final
¿Por qué tener tanto miedo a la muerte? Solo mueres una vez si vives cada día. Algunas personas viven la vida entera apagándose poco a poco.-Penélope Anaya. Motociclista y escritora. Autora de Pasión Biker.
Contra muchos de los pronósticos aciagos, el festival conocido como Aca Moto, se llevó a cabo en Acapulco con éxito, siempre y cuando consideramos su numeralia:
Si hacemos un comparativo con el que aconteció el año pasado, resulta que en 2018 se recolectaron 2.5 toneladas de basuras y en está ocasión se decuplicó la cifra hasta llegar a las 25 toneladas. La derrama económica no tuvo la misma suerte, pero también tuvo un incremento considerable al quintuplicarse, de 50 millones de pesos de ingresos a 265 millones en este año.
La ocupación hotelera fue cercana al 90 por ciento, hay que decir que el festival de los motociclistas no fue la única actividad realizada en el puerto, pero al menos le dio entre 10 a 15 puntos extras, a la tradicional ocupación que ya tenemos en el fin de semana. Se calcula una presencia de 95 mil turistas. No dudamos que algunos hayan dormido hasta en la playa, pero había hoteles llenos, desde los ubicados en el Acapulco tradicional, hasta los que se encuentran sobre la avenida Costera en la zona Dorada. Los visitantes eran heterogéneos, había quien llegaba con una Ducati Panigale R Final Edition, o una Kawasaki VN 2000 Classic, de dos cilindros de mil 26.5 cc cada uno, llegando a tener una cilindrada total de 2 mil 53 (el doble de un auto Matiz de cuatro cilindros) y quien lo hacía en una Yamaha de 125 centímetros cúbicos.
Hay que celebrar el hecho de que, pese a que no hubo un saldo blanco perfecto, la cifra de accidentes y de fallecimientos relacionados con el evento se vio acotada, pues durante el pasado fin de semana fallecieron dos personas por ahogamiento, uno más que fue víctima de un robo (su motocicleta) y tan sólo uno por accidente vehicular en el que estuvo involucrado un vehículo de dos ruedas.
El Ayuntamiento tuvo una apropiada coordinación con el gobierno estatal y con el federal, especialmente el Ejército y la Armada de México, quienes fueron estrictos en la aplicación del reglamento y del operativo especial programado para el evento.
Aunque siendo purista, el control estuvo lejos de llegar al cien por ciento, ya que es casi imposible controlar a una multitud vibrante, anhelante, que intenta divertirse, entregada parcialmente a los excesos, pero tenemos que reconocer que se sumaron dos posturas, tal vez una mejor disposición de los visitantes y sin duda una mejor preparación de la autoridad.
La basura generada fue una constante en todos los días, pero nada inusual si lo comparamos con Sant Llorenç des Cardassar en las Baleares, donde la densidad de turistas, en relación con la población, llega a ser en fechas pico, hasta de tres a uno.
En el área urbana de Madrid, en el Times Square en Nueva York, en los Champs-Élysées de París, después de la invasión turística por hordas de visitantes, ahí sí, en su gran mayoría extranjeros, hay que utilizar las mangueras con agua a presión, para volver a mantener limpio el lugar. Educar al turista sería lo idóneo, pero mientras tanto el Ayuntamiento tiene que ser solidario y subsidiario, y aportar como intercambio, ante la derrama económica recibida, el orden y la limpieza.
En el evento que vivimos, sufrimos o disfrutamos los acapulqueños y visitantes, hubo hasta 12 detenidos, cinco por faltas administrativas, cuatro por escándalo en la vía pública, uno por consumo de psicotrópicos y dos por posesión de enervantes no permitidos. Nada extraordinario, ni para rasgarse las vestiduras, dada la concentración de visitantes.
Ayudó a mantener el orden, seguramente, la limitación de la venta de bebidas alcohólicas a partir de una hora determinada en las tiendas de conveniencia y los diferentes retenes que estaban orientados a promover la seguridad de los mismos participantes.
Hay quien, recordando la época dorada de Acapulco, quisiera que la Costera fuera recorrida por visitantes extranjeros que se hospedaran en hoteles de cinco estrellas y que dejaran propinas de cien dólares. Ese turismo se ve con menor o nula frecuencia en nuestro puerto. Nada logramos con querer vivir del recuerdo y de glorias pasadas, los recuerdos no generan ingresos, solamente añoranzas.
Esto no quiere decir que debemos de renunciar a posicionar Acapulco a nivel internacional, claro que debemos de hacerlo, pese a que, con la estrategia de recorte de recursos en la promoción, no solamente del puerto en lo particular, sino de la actividad turística en lo general y de la presencia de México en el concierto general de las ofertas de destinos, esto será una labor más ardua.
Por lo pronto, para todos aquellos que vivimos directa o indirectamente del turismo, podemos estar satisfechos de que, en el mes de mayo, que no se caracteriza por su afluencia turística, tuvimos un muy buen fin de semana. Enhorabuena.
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JLG