Sin mucho ruido
El peregrinar de buscadores de cangrejos
La astrología determinó que fuera cáncer mi signo zodiacal. Y ayer después de la lluvia y el calor, como todo un cangrejo acudí a mi llamado interior e inicié mi viaje, emprendí mi camino anual hacia el mar.
Alcanzar las aguas, alcanzar las olas, bañar mi osamenta de crustáceo para continuar con la vida, para seguir mi reproducción… al menos la sobrevivencia, la negación al olvido de nuestra cultura.
Es sábado, el sol de las 4 de la tarde no se anda con pendejadas y asa mi piel suavemente como una carne seca sobre un candente comal de barro del que sale un vapor, aún más caliente que la lumbre y que se extiende por toda el área deforestada por las inmobiliarias, en su afán de hacer refugios para ricos e invasores comerciantes amparados en raídas banderas sociales que se han apropiado como auténticos dueños de tierras robadas a la naturaleza en Tres Vidas, El Podrido y Playa Encantada.
Puertas de herrería impiden el paso a vehículos al área de playa Encantada en la colonia 23 de Abril, del ejido El Podrido, terrenos en disputa que han costado la vida a varios líderes y a supuestos ejidatarios que han provocado que corra la sangre sobre la arena, sesgando vidas, de aquellos que se han atrevido a enfrentar a la poderosa mafia de los inmobiliarios representada por la impresentable oligarquía cevichera.
“No pueden entrar todos los coches, sólo los de aquellos que son propietarios de los terrenos, porque aquí antes pasaban y aparecían carros desvalijados, hasta los tangas se han quedado tiradas por allí”, dice un mixteco de Cochoapa, que es el vigilante.
Sin embargo, las rejas no matan ni impiden el paso a decenas de peregrinos sin santo, la mayoría gente de Costa Chica, hombres, mujeres, niños, familias enteras, cruzan la línea de esta frontera sin sentido ante la ausencia de autoridad y de exaltación de la propiedad, con cubetas, costales al hombro, pinzas para asar, pedazos de trapo viejo, botellas de agua, y cualquier utensilio útil para atrapar a estos crustáceos que salen de agujeros y dirigirse a la playa.
Según el vigilante, este peregrinar de buscadores de cangrejos inició este sábado por la mañana después de la lluvia nocturna que calentó el suelo y expulsó a miles de cangrejos en busca de complementar el ciclo de la vida.
La captura fue tan abundante que las dos o tres familias que habitan estos terrenos tienen tambores, cubetas, repletos de cangrejo y que venden entre 15 y 20 pesos la docena.
Según mis fuentes en Pinotepa Nacional, Oaxaca, la misma taza alcanzó los 80 pesos que pagaron sin chistar los insaciables buscadores de sensaciones gustativas en el crustáceo.
Ayer sábado, en playa Bonfil, los nativos vendieron los cangrejos en 40 pesos la docena hasta agotar existencias al caer la tarde.
Entre la escasa maleza y palmeras borrachas de sol aparecen las siluetas de la corrupción, grandes estructuras de cemento de lo que sería el estadio de futbol que albergaría a un hipotético equipo de futbol con sede en este puerto y del que se habló mucho en el gobierno de René Juárez Cisneros, asociado con el guardameta de Plan de Los Amates, Jorge Campos.
Al lado, dos desarrollos inmobiliarios fifís, con campos de golf, playas privatizadas, que impiden el paso a ciudadanos que busquen disfrutar la arena y el sol. Y la verdad es que son verdaderos muros infranqueables que los buscadores de cangrejo no transgreden.
Por la tarde, antes de que caiga la noche, los animalitos de cáscara morada o azul, de patas amarillas y manos blancas, salen de sus cuevas y se ocultan bajo los escasos arbustos, hojas secas, entre las zarza y el zacate seco.
Por la noche, abandonan el escondite y emigran hacia la playa en busca de tener contacto con el agua del mar. Los cangrejos que burlan el cerco humano se bañan, mojan, y en las hembras inicia el proceso de incubación de su hueva. El vientre se hincha, del que salen cientos de cangrejitos que nacerán en tierra y que cuando caiga la primera lluvia repetirán el guión de sus padres, de sus abuelos, hasta que el destino los alcance: la continuidad de la especie o en el fondo de un perol hirviente de frijol molido, condimentado con chile seco y hojas de aguacate.
Antes de la media noche regresé a casa con una cantidad suficiente de crustáceos, tan sólo para satisfacer el gusto y la tradición en la familia de nuestra cultura negraindia costachiquense. Ahora sólo falta que salgan las chicatanas.