Hoja verde
Una represión de Estado que no debe volver a pasar
Este lunes fue 10 de Junio y como muchas efemérides de la lucha social en este país no se olvidan, los halcones, jóvenes lúmpenes, armados de palos, rifles, dispararon contra estudiantes que protestaban en Ciudad de México, con un saldo aún desconocido de vidas cortadas por el gobierno priísta de ese entonces.
Pero ni la represión, ni el miedo, ni la muerte impiden el tránsito hacia mejores estadíos sociales. Este lunes por la mañana unos 30 ciudadanos exigen la liberación de los presos políticos en el país a las puertas del Palacio Nacional, al presidente Andrés Manuel López Obrador, que no es Gustavo Díaz Ordaz, que no es Luís Echeverría Álvarez, que fue electo por la voluntad ciudadana, pero que su ejercicio de gobierno no complace a algunos grupos de la amplia izquierda.
Camino con Alberto Hijar, ex guerrillero de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), antecedente remoto del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), por los pasadizos semioscuros del Palacio Nacional, resguardados por jóvenes uniformados en verde olivo, quien en un plural amable y solidario me dice: “Quien nos viera entrando y saliendo por aquí como Juan por su casa. Ojalá, no no los tomen a mal”.
Afuera, la hija de la fundadora de Eureka, Rosario Ibarra, protesta y exige la instalación de la Comisión de la Verdad y hacer justicia a los familiares de los desaparecidos.
Si bien es cierto que no se ha llegado a ningún reino de los cielos, porque no hay tal utopía, pero se camina con mayor soltura, y un poco menos sin cuesta de oír medio en este gobierno de la 4T, no se debe dejar de exigir, aunque sea con el bendito en la boca para que cumplan, con la convicción de que “sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, dijo Salvador Allende.
Hijar, bien conocido en Atoyac, estuvo en la mañanera acompañando al subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas y al presidente de la República Andrés Manuel López Obrador en el anuncio del memorial “Sitio de memoria, verdad, justicia, reparación y no repetición” que al mediodía se inauguró en la colonia Roma de Cuarón.
Al concluir el informe, le pregunté a Encinas sobre el problema en los Bienes Comunales de Cacahuatepec, quien dijo que “la liberación de los 16 presos políticos del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a La Parota (Cecop), ayudará a generar un clima de pacificación y entendimiento a lo que viene, ante la crispación en la zona con autoridades y actores sociales”.
A la 1 de la tarde en la colonia Roma, atrás del metro Cuauhtémoc se instaló el memorial con la presencia de decenas de víctimas de la reprensión de un Estado que combatió la ilegalidad con ilegalidad a los opositores.
Por Guerrero pudimos ver a los familiares del guerrillero y líder del Partido de los Pobres Lucio Cabañas, como Pablo Cabañas Barrientos, Antolín Cabañas Fierro, Alejandro Serafín Gervacio, Alejandra Cabañas Alvarado, Conrado Serafín Gervacio, Juana Nava Cabañas, Cecilio Torres, Enrique Acosta, María Antonieta Serafín, entre otros.
También llegaron las autoridades del nuevo gobierno, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el presidente del Senado, Martí Batres; la esposa del presidente Andrés Manuel, Beatriz Müller y toda la plana mayor de Morena. No se vieron priístas ni panistas.
Creo que la acción más importante del evento y del subsecretario de Derechos Humanos fue la presentación del documental, que con testimonios dolorosos de los sobrevivientes recuerda el abuso del gobierno del pasado represor.
“10 de junio no se olvida”, tal vez 80 muertos o más, recuerda el periodista José Reveles.
“Rifles, varas de kendo, palos, eran los halcones en acción, mientras los comandantes de la policía disparaban contra los estudiantes, contra la multitud desarmada”, dice Reveles.
El documental, ojalá y sea difundido por Netflix para que lo vea más gente y esta tragedia no vuelva a ocurrir, nos dice que la represión del 68 y 71, es el caldo de cultivo en donde se forman numerosos grupos de gente armada en el campo y en las ciudades, que combaten al mal gobierno.
La memoria no olvida a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) como el organismo represor para eliminar cualquier signo de violencia cívica y militar. Nazar Haro, el sanguinario reprensor con órdenes de la Presidencia de la República para eliminar a la oposición.
La Secretaría de Gobernación de ese tiempo, al servicio de la represión del Estado priísta. La DFS y sus agentes que en descomposición formarían los primeros cuadros de la narcodelincuencia: Amado Carrillo, etc.
La Brigada Especial y la Brigada Blanca, el general Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite, famoso en Guerrero, y los generales que se cubrieron de “gloria” eliminando opositores, más de 500 tan sólo en Guerrero. Hasta convertir al país en una gran fosa clandestina. Esto no debe volver a pasar.