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Soluciones mediáticas
Uno de los principales problemas en materia de seguridad pública que ha proliferado en Guerrero es la mezcla de autodefensas y grupos del crimen organizado.
La infiltración del narcotráfico en los cuerpos de autodefensa en la entidad, ocurre por todos lados y casi en todas de las más de 20 policías ciudadanas que existen. Xaltianguis es un ejemplo de ello.
Se trata de una crisis que se ha venido anunciando a lo largo de los últimos meses y que no resuelve la operación efectuada en la semana anterior. La raíz del problema no se ha modificado, a lo sumo va a favorecer un reacomodo de fuerzas que no es lo mismo a restaurar el orden institucional mínimo que requiere cualquier comunidad. El nuevo gobierno federal no parece haber reparado en la explosividad que se concentra día a día en el poblado, para las autoridades municipales, esa comunidad les parece muy ajena al territorio acapulqueño mientras que para el gobierno del estado, por alguna razón, le parece que favorecer a una de las fuerzas en conflicto, daría la solución.
Diferentes gobernadores han alentado la proliferación de los grupos de civiles en armas. Una explicación es que tener focos de inseguridad da el pretexto para exigir incremento de recursos a la seguridad pública, aunque finalmente el destino de esos recursos sea otro.
Bruno Plácido Valerio fue impulsado desde el gobierno interino de Ángel Aguirre y recibió mayores apoyos durante el periodo constitucional del mismo mandatario.
Hace cinco años, Plácido Valerio decidió salir de las zonas indígenas y posicionarse en poblaciones más urbanas cerca de ciudades como Chilpancingo y Acapulco. La Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, que es encabezada por el citado dirigente, tomó Tierra Colorada y El Ocotito, cerca de la capital del estado, y luego Xaltianguis, donde estableció bases que se hicieron permanentes.
La UPOEG logró permanecer sin ser molestada durante varios años en Xaltianguis. Además, tomando ese punto como base de operaciones, pudo incursionar en la periferia de Acapulco e introducirse en la zona de Cacahuatepec, donde aún existe un conflicto político social por la construcción de la presa hidroeléctrica de La Parota. Todo esto con la complacencia de las autoridades.
Una escisión de sus propias fuerzas, lo que dio lugar a una nueva policía ciudadana en ese municipio, el Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo de Guerrero (FUSDEG), que sería combatida por la UPOEG con un saldo por lo menos de una veintena de muertos. La UPOEG y Plácido Valerio se vieron obligados a salir del lugar.
En lo que va de este año, Xaltianguis ha sido objeto de distintos enfrentamientos armados. Los Dumbos se propusieron sacar de Xaltianguis a la UPOEG para instalarse en su lugar.
No está claro por qué, aunque pueden presumirse motivos muy oscuros, pero hay indicios que permiten suponer un apoyo financiero a Los Dumbos proveniente desde las altas esferas buscando multiplicar los conflictos.
Por ejemplo, en marzo fue atacado Ernesto Gallardo, brazo derecho de Bruno Plácido y cabeza de la UPOEG en Xaltianguis. A la fecha, las investigaciones policiales no han precisado quién o quiénes perpetraron el ataque.
En abril se intentó hacer estallar un coche-bomba. El 7 de mayo, Los Dumbos dirigieron el feroz ataque que se prolongó por unas tres horas, y que acabó con la salida intempestiva de la policía ciudadana de la UPOEG, la instalación de Los Dumbos como la nueva fuerza en el poder, y la llegada posterior del Ejército, la Marina y la Policía Estatal, que según se informó, llegaron para quedarse, de la misma en que se anunció en el operativo de la semana pasada.
El problema de fondo continúa intacto, y es la proliferación de grupos civiles armados y la infiltración de los mismos por el crimen organizado, y se complica con la utilización de uno esos grupos por parte del gobierno para combatir al otro.
La siembra de la discordia da una cosecha de conflictos como fruto, diría la abuela.