El fin del INE o la reforma que se asoma
Amarillo no es verde
El paso al amarillo en el semáforo sanitario para Guerrero implica ampliar a reapertura de las actividades productivas, pero también deben calcularse los riesgos de nuevos escenarios complicados en materia de contagios y muertes. A nivel nacional y local no hemos salido del brote y ya estamos teniendo rebrotes.
Aun no se ha encontrado la manera de balancear la aceleración del COVID-19 y la reapertura de la economía. No solo ocurre en México y en Guerrero. Es un escenario a nivel mundial. La estadística ha reflejado disminuciones. La realidad es que pandemia se ubica en estados de vida latente y han surgido los rebrotes en países donde la expansión del coronavirus ya se tenía relativamente controlada.
La prioridad de reactivar a la economía ha subordinado a las medidas de control sanitario e incluso las atropella cuando estas obstaculizan la reactivación en la generación de bienes y servicios.
La lógica se sustenta en un falso dilema: salvar vidas o salvar la economía lo que, a su vez, ha reforzado los llamamientos a acelerar la reapertura de la economía bajo el supuesto de que, si no levantamos ya las restricciones, la economía no podrá soportarlo.
Un error bastante extendido sobre esta pandemia es atribuir el hundimiento de la economía a la adopción de medidas de distanciamiento físico para aislar el Covid-19 y frenar su propagación.
En realidad, ya se percibía signos de recesión en las principales economías del mundo afectando a las emergentes como en el caso de México.
Otro error muy extendido en el país es atribuir la desaceleración de la economía a las decisiones de López Obrador. Muchas de ellas han complicado el escenario, pero no es ese el punto de origen. Las débiles del sistema productivo nacional y del Estado mexicano se construyeron en décadas anteriores.
La presión de diferentes sectores está minimizando los riesgos sanitarios. Tanto a nivel nacional como estatal se carece de una estrategia para concordar la reanimación económica con el control de la pandemia. La cercanía del periodo electoral también influye imponiendo otras prioridades e incrementando las posibles afectaciones del coronavirus.
En los niveles de gobierno se omite que existen dos canales a través de los cuales una pandemia descontrolada termina dañando igualmente la economía:
En principio es el canal de oferta: una pandemia provoca trabajadores enfermos, los cuales se ven temporal o permanentemente incapacitados para seguir prestando sus servicios laborales al ritmo habitual. Un menor número de horas trabajadas como consecuencia de una extensión del virus ya generaría por sí solo un hundimiento del PIB.
El segundo elemento está en el canal de demanda: un virus en abierta propagación es una amenaza a la que pocos desean exponerse. Es absurdo pensar que, sin medidas de distanciamiento físico, la vida de los ciudadanos habría transcurrido con absoluta normalidad y, por tanto, que sus patrones de consumo no se habrían alterado drásticamente.
En el caso de Guerrero la presión empresarial y ahora la electoral llevo a reabrir las actividades turísticas sin estrategia. Una gran debilidad ha sido la ausencia de una política en la materia y ahora se pierde de vista que una amplia mayoría de ciudadanos habría tratado de protegerse a sí mismo modificando para ello sus patrones de consumo, esto es, suspendiendo sus gastos en bienes de consumo social (bares, restaurantes, turismo…) donde el riesgo de contagio es más intenso y acaso incrementándolo en bienes de consumo remoto. La acción simplista de limitarse a levantar las cortinas solo genera incertidumbre en la continuidad productiva.
Si las medidas regladas de distanciamiento físico son potencialmente útiles no es porque nadie, en su ausencia, hubiese evitado mantener contacto social con otros, sino porque puede haber ciudadanos que, al no internalizar el daño que generan sobre terceros, no reduzcan suficientemente sus interacciones sociales.
En lo que respecta a Guerrero, estamos teniendo un flujo de paseantes que minimiza el riesgo de interacciones sociales bajo medidas de protección y además proviene de los sitios de más alto contagio en el país.
En los análisis del comportamiento del mercado turístico mundial se identifica sectores sociales con las rentas más altas con una reducción en sus gastos durante esta pandemia han sido el 25 por ciento representando 39 puntos en la caída de los consumos el mercado de viajes locales e internacionales. Esta disminución del gasto agregado en consumo se debió en dos tercios al colapso del gasto en bienes de consumo presenciales (hoteles, restaurantes, ocio, transporte público…).
Aun cuando sectores de ingresos más altos pudieron absorber el impacto negativo en sus ingresos, modificaron sus hábitos de consumo. Esto se acentúa más entre quienes carecen de esa posibilidad.
En definitiva, Con o sin medidas de distanciamiento físico, el golpe habría sido muy profundo. Y, de hecho, las medidas de distanciamiento físico, podrían contribuir a la extinción del virus o al menos lo mantenerlo bajo un razonable control permitiendo que la economía este en mejores condiciones de alcanzar la sustentabilidad.
Hay que fijarse cuando sale más caro el caldo que las albóndigas, diría la abuela.