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CHILPANCINGO, Gro., 22 de febrero de 2021.- Yosajandi Xilonen y Jack Ramone son artistas urbanos dedicados al malabarismo en las calles de la capital del estado.
Con la pandemia de Covid 19, ellos nunca pudieron quedarse en casa, ya que su economía depende de las cooperaciones que los automovilistas y transeúntes les otorgan bajo el semáforo.
Lo que dura la luz roja de un semáforo es el tiempo que Jack y Yosajandi tienen para mostrar su talento a los choferes. Si los conductores o pasajeros se impresionan, les otorgan unas monedas.
De ese dinero, la pareja artística tiene para comer, pagar renta, agua, luz, vestir, adquirir artículos de limpieza y conseguir material de trabajo que les permita seguir el espectáculo en las avenidas.
Pelotas al aire, clavas, platos voladores atrapados con las manos y movimientos de hula hula. Desde el piso, en zancos o sobre un monociclo, son los juegos artísticos que día a día estos dos jóvenes demuestran bajo un semáforo de las avenidas del Centro de la capital.
La esperanza o la fuente para que ellos consigan dinero, viene de los conductores y transeúntes, quienes ignoran la historia que hay detrás de estas dos personas que en 2013 decidieron dedicarse en mostrar su destreza en cuestión de segundos a cambio de unas monedas.
Han pasado casi siete años en que Yosajandi y Jack comenzaron su vida trabajando bajo los semáforos. Mediante esta actividad, Yosajandi juntó dinero para pagar su primer año de la carrera de Antropología, después buscó ayuda con su familia.
Jack y Yosajandi aseguran que es mejor laborar en la calle, porque eso les permite hacer lo que le gusta, ser dueños de su tiempo sin que nadie los presione. Los trucos de malabares los han definido, ellos mismos, como arte.
Aceptan y reconocen que ahora con la pandemia del Covid 19 forman parte del sector vulnerable, que nunca pudieron quedarse en casa porque no cuenta con un salario seguro y digno.
“Nos ha ido mal, porque ahora la gente en vez de apoyarnos a nosotros prefieren darle a su familia. Antes (de la pandemia) estábamos hasta las 11 de la noche porque aún pasaban carros. Ahora a las 10 de la noche ya casi no hay nadie”, lamenta Yosajandi.
En diciembre de 2019, fue la temporada en que estos jóvenes consolidados como Compañía de Espectáculos y Performance Jacksajandy Chilpan-Circo, reunían hasta 800 pesos diarios de 1 de la tarde a 9 de la noche.
Para diciembre 2020, la cooperación disminuyó “pero no tanto” como ahora, dice Jack y agrega que “sin pandemia, en un día normal sacábamos 50 pesos por hora. Hoy, el peor día sacamos 100 pesos por todo el tiempo que estamos, de ahí agarramos para comer y cuando nos toca pagar renta de donde vivimos, estamos casi todo el día en el semáforo para juntar”.
Aparte de no conseguir mayor dinero, los jóvenes malabaristas lidian con las ofensas e insultos de algunos automovilistas. Por ejemplo, hace dos semanas en un semáforo de la avenida Vicente Guerrero, una patrulla de policías municipales no se detuvo cuando después del truco de malabares cayó al piso una clava por accidente.
“A los policías ni les importó, uno se dio cuenta y le gritó al que manejaba que se detuviera, pero el chofer se arrancó y nos aplastó un juguete”.
Los malabaristas de Chilpancingo no han recibido ninguna ayuda institucional en lo que va la pandemia de Covid 19. Sin embargo, Yosajandi y Jack, dicen que más que ayuda económica del gobierno, desean que las instituciones promuevan talleres de malabares y ellos puedan enseñar sus conocimientos o que difundan sus presentaciones.
-En estos años, ¿Cuál es la mayor propina mayor que has recibido?, se le preguntó a Yosajan
-Sí, una vez me dieron 200 pesos jaja y me los dio Belinda, la cantante. Un 6 de enero de 2016 cuando vino a cantar a la feria. Estaba en el semáforo de la Aurrerá, ella venía en carros con patrullas, yo no sabía que ella venía ahí. El semáforo tocó alto, hice mis malabares y me acerque a pedir cooperación, se abrió la venta de una camioneta y me dijo -qué bien amiga, lo hiciste increíble- y me dio un billete de 200 pesos.