Foro político
“Mi solidaridad con el semanario fránces Charlie Hebdo por el cruento ataque terrorista que sufrió”.
Comenzó el 2015 y reflexionamos sobre lo venidero sin olvidar todo lo ocurrido durante el año anterior y surge la preocupación de inmediato, de cómo superar lo ocurrido hace unos meses en el plano político, social y económico. Después de lo que ha sucedido en lo social (Guerrero, Oaxaca, Michoacán, por mencionar algunos estados), en lo económico, con la caída del mercado petrolero y la falta de crecimiento de las principales economías del mundo y las presiones internas que enfrenta México, junto con el tema del salario mínimo; así como lo político, con la descomposición de una clase gobernante que ha perdido el rumbo, el 2015 aparece con un signo de interrogación en todos los ámbitos.
El año que empieza será de grandes problemas. La baja del petróleo, el descenso económico, la probada ineptitud del equipo gobernante, su falta de sensibilidad y su incapacidad para distinguir una actuación legal de un conflicto de intereses auguran un agravamiento severo de la situación. De hecho, en estos tres aspectos de la vida nacional estará fincado el futuro del país para la próxima década: lo económico, lo político y lo social. Nunca antes, en la época moderna, el país había enfrentado tres crisis al mismo tiempo. Hoy, para lo que se nos avecina, las alertas están encendidas en esos tres temas fundamentales. En lo económico, será el inicio de la prueba por la que pasarán las llamadas reformas estructurales. O se empiezan a ver los resultados prometidos o las expectativas que despertaron en su momento caerán hasta el suelo con la probabilidad de no volver a levantarse y arrastrar con ello lo que queda de la confianza popular. Las bondades que promovieron sus defensores tienen que comenzar a verse entre la sociedad, ávida de vivir mejores tiempos.
Aunado a las vicisitudes anteriores, México se enfrenta a un clima de inseguridad y violencia social que obstruye la adopción de estrategias institucionales eficaces para hacer de la crisis oportunidad de progreso, en vez de amenaza de desintegración. Esta compleja coyuntura va más allá de un problema de seguridad que pueda remontarse exclusivamente mediante el uso de la fuerza pública. La multiplicación de poderes fácticos, antagónicos a las instituciones legítimas, tiene hondas raíces económicas y sociales, tales como la acumulación de más de dos décadas de crecimiento económico insuficiente y el ahondamiento de disparidades sociales y regionales ya abismales. La definición de una estrategia eficaz de respuesta a la violencia habrá de ser necesariamente el resultado de un vasto proceso político de construcción de amplios consensos nacionales y de la reactivación económica.
Y es aquí donde se entrelazan esos tres grandes pendientes; lo económico está intrínsecamente vinculado al tema social. No habrá pacificación posible en las sociedades afectadas por la violencia que han generado las bandas criminales (Guerrero y Michoacán), si no hay oportunidades de empleo y superación a través de las herramientas que proporcione el Estado para que esas comunidades salgan adelante.
Pero queda un gran tema que será crucial para el 2015: la política. Será un año eminentemente electoral. Diecisiete entidades federativas elegirán el 7 de junio nueve gobernadores; 661 diputados locales y mil 15 ayuntamientos. Hipotéticamente, si participaran los siete partidos políticos que existen a nivel nacional —sin contar los locales— y que no realizaran alianzas o coaliciones electorales, tendremos el desfile de once mil 795 candidatos a gobernadores, diputados y presidentes municipales. En total, 2,159 cargos de elección popular.
La demanda de paz y prosperidad será el hilo conductor del proceso electoral de 2015. México está acorralado por una guerra incomprensible. Una absurda guerra alimentada por un oscuro e inasible terror criminal y retroalimentada por las desgarradoras heridas que cada muerto, cada cadáver mutilado hace crecer en el alma de un pueblo asombrado y harto de la violencia. México pide paz. Es cierto que el ejercicio del poder, como bien y contundentemente estableció Max Weber, implica inevitablemente el uso de la violencia. De la violencia legítima para mantener el imperio de la ley. Pero es urgente que la ley impere ya en México de una vez por todas.
El país está en un tris de incendiarse. La todavía no aclarada tragedia de Iguala precipitó una crisis que se viene gestando desde hace varios años. Hasta ahora, la respuesta del gobierno ha sido desarmar a los cuerpos de autodefensa, encarcelar a sus líderes y atiborrar las cárceles de presos políticos; amenazar telefónicamente o por internet a los activistas, realizar detenciones arbitrarias y otros actos que son y serán contraproducentes. La represión siempre tiene costos, y este gobierno no tiene con qué pagarlos.
Por ello, podemos afirmar que 2015 será un año de quiebre en la vida nacional. O damos el paso que se necesita para superar nuestros problemas o volveremos a vivir otra década perdida para el desarrollo de la nación.
Las perspectivas de México para este 2015 pueden ser, económicamente no se ve en lo inmediato una recuperación de los precios del petróleo. Es imposible que no afecte a nuestro país, a pesar de las coberturas contratadas al precio del barril. Además del impacto en las finanzas públicas, están las presiones a estados y municipios acostumbrados a gozar de los excedentes petroleros. Pese a la baja de los precios del crudo, la gasolina no disminuirá. De hecho, el primero de enero nos recibió con un aumentito.
En materia de seguridad enfrentamos el enorme desafío de la penetración del crimen organizado en nuestras instituciones, particularmente en los gobiernos municipales (Iguala ha sido muy elocuente al respecto) Junto con el repunte del secuestro y la extorsión, será nuestro mayor desafío terminar con estos delitos de alto impacto a la sociedad o disminuir su incidencia sensiblemente.
ES CUANTO