Propuestas y soluciones
Una singularidad muy importante que este difícil y problemático proceso electoral intermedio del 2015 puede traer, es que él 7 de junio podríamos ser testigos de un cambio de paradigma en la partidocracia mexicana, y para la democracia de nuestro país, me refiero al posible triunfo del candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, en la elección de gobernador de Nuevo León.
El más notable es el candidato independiente para el gobierno del estado de Nuevo León, Jaime Rodríguez, El Bronco. Fue priista durante casi 30 años. Hasta septiembre pasado descubrió su vocación independiente. Se dio cuenta de que no iba a lograr la candidatura de su partido y entendió el hartazgo de tantos ciudadanos con el gobierno de Nuevo Léon y con los partidos políticos. Su apuesta le está dando resultados.
Sería una verdadera hazaña que un candidato sin estructura partidista, con menos recursos económicos y con muchos menos spots de radio y televisión, gane una gubernatura de un estado tan importante como Nuevo León, la tercera economía del país. Hoy este escenario no es utópico. De acuerdo con una encuesta en viviendas, con una muestra enorme de tres mil cien electores neoleoneses, levantada entre el 11 y el 21 de mayo por Reforma, Rodríguez Calderón estaría en el primer lugar con 31% de las intenciones de voto frente 26% de Ivonne Álvarez (PRI) y 20% de Felipe de Jesús Cantú (PAN).
Esta encuesta se levantó antes del jueves cuando el candidato de Movimiento Ciudadano, el exgobernador Fernando Elizondo, quien según las encuestas iba en cuarto lugar con un cuatro por ciento a 6% de las intenciones de voto, declinó a favor de El Bronco. Al parecer habrían firmado un acuerdo: en caso de ganar.
Ahora sí que, al margen de la personal opinión que cada quien tenga sobre Jaime Heliodoro, El Bronco, Rodríguez Calderón, y el resultado que obtenga en los comicios de junio venidero, lo único cierto es que el aguerrido y, sin duda, singular candidato independiente al gobierno de Nuevo León ha puesto en jaque no sólo a sus opositores en la carrera hacia el Palacio de Gobierno sino al sistema político todo.
En las últimas semanas de manera mucho más notoria tras conocerse sondeos que le colocan al frente en la puja por la gubernatura, segundo o tercero, el polémico personaje ganó relevancia mediática por, literalmente, colocar contra la pared a los consejeros del INE que, liderados por Lorenzo Córdova, debieron elaborar y emitir —“prácticamente sobre pedido, a su medida…”, diría alguno— reglas en lo referente al financiamiento de campañas como la suya y, más importante aún, por evidenciar las posibilidades de una independiente… en el actual proceso sí, pero, fundamentalmente de cara a las presidenciales de 2018.
La novedad electoral la trae El Bronco. La alianza con Elizondo le da credibilidad y le suma algunos puntos que podrían ser determinantes en el resultado final. Tendríamos, entonces, a un expriista (Rodríguez Calderón) y un expanista (Elizondo) con la posibilidad de ganarle a sus dos expartidos por medio de una inédita candidatura independiente. Se trataría de algo inédito para la democracia mexicana. El mensaje sería claro y contundente: un electorado que, harto de los partidos tradicionales, le dio la espalda a sus candidatos. La mesa estaría puesta para que en 2018 aparezca un candidato independiente a la Presidencia de la República con posibilidad de ganar, tal y como habría ocurrido en Nuevo León.
Un tema fundamental, que hoy las autoridades electorales están discutiendo porque existen lagunas en la ley, es el tope de financiamiento de los candidatos independientes. Hay quienes, protegiendo los intereses partidistas, quieren poner una cifra muy baja donde es imposible competir. Hay también quienes entienden que, para poder competir de verdad, los independientes tienen que poder gastar la misma cantidad de dinero que los candidatos de los partidos. La actual definición del tope de financiamiento podría afectar a El Bronco: podrían anularle su eventual triunfo si le imponen una cifra muy baja que seguro ya rebasó.
Y ello, obvio, porque cada vez son más los analistas y dirigentes políticos que, igual al interior de los poderosos y cerrados círculos empresariales en NL, que en otros ámbitos a lo largo y ancho de la República, ¿Los Pinos, el Palacio de Cobián, San Lázaro?, han comenzado a evaluar “las posibilidades reales (y riesgos) de una eventual candidatura independiente a la Presidencia al término de la actual administración, a la vista el (más que) obvio descrédito de los políticos y de los partidos, todos, en que militan y del escaso interés que éstos suscitan entre el electorado, particularmente entre los jóvenes que por primera ocasión concurren a las urnas…
El hecho es que no es nada utópico pensar que El Bronco pueda ganar. Incluso si queda en segundo lugar va a significar un evento que determinará el futuro de la democracia mexicana. Sería una fresca bocanada de oxígeno para una democracia que hoy huele a monopolio y cacicazgo. Representaría un golpe contundente para nuestro anquilosado sistema de partidos.
Un triunfo de El Bronco cimbraría el sistema de partidos. Abrieron una rendijita llena de obstáculos para los candidatos independientes y se les habría colado un gobernador. ¿Qué sigue? No sé, pero como han señalado algunos analistas, los eventuales derrotados tratarán de anular su triunfo alegando que rebasó los ambiguos topes de campaña asignados para los candidatos independientes.
Hay otros candidatos a puestos de elección popular que son también diferentes. El reto del elector es ubicarlos y que le gusten. Por diferentes pueden no interesarles o causarles desconfianza. Ahora bien, seguramente en más de una localidad habrá la tentación de no votar o anular el voto. Pero a mi juicio sería un error, aun cuando les parezcan la misma cosa, no lo son. Siempre he apostado a que la política siempre consiste en optar por el mal menor, tanto para el ciudadano como para el político.
Por cierto, en mi próxima colaboración les comentare cinco buenas razones para que gane el PRI en Guerrero.
ES CUANTO.