Persiste el miedo en La Garita a 10 años de la balacera
27 de enero de 2016
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17:18
Onira Robles/Quadratín
Onira Robles/Quadratín
ACAPULCO, Gro., 27 de enero de 2016.- A 10 años de que vecinos y comerciantes de la colonia La Garita fueron involuntarios testigos de un enfrentamiento entre policías municipales y presuntos miembros del Cártel de Sinaloa considerado el parteaguas de la violencia en este municipio, aún temen hablar de la balacera.
El 27 de enero del año 2006 policías municipales interceptaron un convoy de hombres armados que portaban chalecos y credenciales apócrifas de la Agencia Federal de Investigación (AFI).
El estruendo de rifles de alto poder y granadas duró por lo menos 40 minutos. Murieron dos policías y tres sicarios. Uno de éstos, Humberto El Kalin Cortez Álvarez a quien más tarde se identificó como hombre de confianza de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Eran los tiempos en que la presencia de los Cárteles de la droga era negada con vehemencia por las autoridades. Gobernaba el país Felipe Calderón Hinojosa, el estado Zeferino Torreblanca Galindo, y el municipio, Félix Salgado Macedonio.
La camioneta Jeep Liberty en la que iban los pistoleros quedó incendiada a unos metros del cruce de la avenida Cuauhtémoc con Farallón. En el lugar fueron confiscados cinco rifles AK-47, dos AR-15 y dos granadas útiles. También 70 mil dólares en efectivo y un cheque por 200 mil pesos. Otros tres hombres fueron detenidos.
Tres meses después, el 20 de abril. Afuera de las oficinas de Finanzas ubicadas a unos metros del sitio de la balacera individuos dejaron las cabezas de dos personas, uno de ellos, policía municipal y el 30 de junio otras dos en el mismo lugar, con una cartulina en la que se leía un mensaje dirigido al cártel de Los Zetas.
El terror había dado inicio y con ello el tránsito de Acapulco de destino turístico de playa y fiesta a la cuarta ciudad más violenta del mundo.
A 10 años del suceso, reporteros de la fuente policiaca, quienes omitieron su nombre por seguridad, aseguran que las imágenes y el estrés vivido no lo han podido borrar de su mente, porque es un recuerdo difícil de olvidar y que a pesar de los años transcurridos, narran con pasión lo que pasó como si lo hubiesen vivido ayer.
Según las crónicas de los medios de comunicación que cubrieron aquel suceso, la gente corría por la zona y algunos optaban por echarse pecho tierra para no ser herido en el intercambio de balas, que había entre delincuentes y policías municipales, que fueron los primeros en llegar.
Los comunicadores, coinciden en que la tarde de ese día, la manera de ver, contar y vender la nota roja dio un cambio drástico y a partir de dicho enfrentamiento los reportes policiacos empezaron en las portadas de los medios impresos.
Los balazos que dañaron parte de la iglesia de Nuestro Señor del Perdón aún son visibles, algunos fueron rellenados con cemento. Dos en una puerta de herrería y seis más en la entrada al templo, en las escaleras y en la pared que colinda con la calle De los Pinos, a un costado del sitio de taxis.
Pero los comerciantes de la zona, trabajadores de empresas, choferes del transporte público y los propios vecinos, aseguran no recordar nada, no haber estado cuando ocurrió o con señas expresan no poder hablar al respecto. A diez años, y miles de muertes violentas de distancia, el miedo no se ha alejado.