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ZIHUATANEJO, Gro., 06 de abril de 2014.- A menos de una semana de que empiecen las vacaciones de Semana Santa, este destino turístico espera a los turistas con altos niveles de contaminación.
Y es que la laguna de Las Salinas se ha convertido en un foco de polución para la Bahía de Zihuatanejo.
De acuerdo con Reforma, un azolve acumulado de cuatro décadas y una descarga permanente de aguas negras han provocado que la laguna de 5.4 hectáreas sea catalogada por ambientalistas como de riesgo sanitario para las personas.
De la laguna se desprende un olor fétido que es percibido en el Centro y otras zonas del pueblo pesquero y que ha sido queja de hoteleros, restauranteros y visitantes en este importante destino turístico.
En tanto, el intercambio de aguas con la bahía provoca que la PlayaPrincipal sea una de las más contaminadas del País.
En la medición de diciembre de 2013 registró 361 enterococos (género de bacterias) por cada 100 mililitros de agua de mar.
Esto es casi el doble del límite máximo establecido por la Secretaría de Salud -que es de 200- para ser apta para bañistas.
“Hay gente que se mete a bañar aquí a la Playa Principal y tiene problemas en la piel (…) Durante el día, la bahía huele muy mal”, indicó Benjamín Armenta, propietario de la tienda Tequila por Favor.
El Edil Éric Fernández reconoció que el problema se ha agravado debido a que la planta de tratamiento La Marina, que vierte las aguas a la laguna a razón de 110 litros por segundo, ya es obsoleta.
El canadiense Thomas, quien está sentado en uno de los restaurantes cuyas mesas dan hacia la playa Principal, tuerce la nariz en señal de desagrado y apura su trago.
“Huele mal, amigo”, dice en español con un marcado acento extranjero mientras se levanta y toma su sombrero de palma.
“Yo vengo por segunda vez y, esta, es peor, sabes. Es desagradable este aire aquí”, señala el hombre, un jubilado de 76 años originario de Alberta, Canadá.
Otros turistas que caminan por el mercado de artesanías tienen gesto de “fuchi” y alguno de ellos mira hacia el registro de una coladera que está sobre la calle, como buscando la fuente de emanación.
“No es de ahí”, le explica una vendedora, quien añade que el municipio colocó bolsas de plástico en las alcantarillas ante la queja recurrente del mal olor.
“Es la laguna la que huele feo”, asegura.
Años sin desazolvar y las agua negras sin tratar que llegan diariamente han provocado la contaminación de la laguna y el olor a caño que va y viene durante el día.
“Sabemos que es la laguna, el agua que vierten, que se supone que es tratada, pero no sabemos qué químicos le ponen o le quitan porque a veces huele más y, a veces, menos”, refiere Luis Pelayo, quien tiene su centro de buceo a orillas de la laguna.
Este cuerpo de agua de 5.4 hectáreas, que de manera natural funciona como vaso regulador de las precipitaciones pluviales, se conecta con el mar a través de un estrecho canal ubicado detrás de la Capitanía de Puerto y por el cual intercambia aguas con la Playa Principal.
Es utilizado por pescadores y prestadores de servicios turísticos como zona de resguardo para sus lanchas, alrededor de 400, y en torno a él están instalados rudimentarios talleres de compostura y mantenimiento.
Los arbustos de mangle ubicados sobre las orillas están infestados de basura de todo tipo: botellas y bolsas de plástico, empaques de unicel, gallinas muertas, excrementos humanos y de perros, cascajo, pedazos de fibra de vidrio, latas y manchones de algunas quemas, incluida una embarcación.
Debajo de una plancha de cemento hay un vertido constante de un agua grisácea que se va incorporando al cuerpo de la laguna, dándole ese tono oscuro que contrasta con el azul de la mayor parte de la bahía y el característico mal olor que se respira en la zona.
Ese vertido procede directamente de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) La Marina I, que descarga aproximadamente 110 litros por segundo.
Pero dicha planta ya es obsoleta, reconoce la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Zihuatanejo (CAPAZ).
“Lo que pasa es que llegan sustancias para las que no está diseñada la planta. A veces tenemos cargas inesperadas de grasas y aceites que nos desestabiliza el proceso”, justifica Eduardo Sotelo, subdirector de CAPAZ.
Actualmente, con recursos federales, se inició una primera fase de reingeniería para que la planta pueda procesar 300 litros de agua por segundo, pero para la segunda etapa se requerirá una inversión cercana a los 150 millones de pesos, de los que al Municipio le toca poner 16 millones.