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CIUDAD DE MÉXICO, 19 de marzo de 2016.- Uno de los murales que alberga el punto más alto de El Tajín, la ciudad del trueno, está completo y hasta el momento han sido rescatados 15 mil de sus fragmentos.
Arturo Pascual Soto, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, explicó que en esa zona se construyeron los edificios más significativos del periodo Epiclásico, donde plasmaron, en murales, parte de su historia y hazañas militares.
El hallado en el relleno constructivo del Edificio 40 en el verano de 2009, se enfoca en la representación de un grupo de guerreros.
“En 2009 comenzamos con menos de 100, antes de darnos cuenta del valor de lo que estaba enterrado. Hemos trabajado largo tiempo en estos fragmentos, los hemos recuperado para estudiarlos a fondo, con el propósito de reintegrar escenas completas”, explicó Arturo Pascual Soto.
El experto, quien encabeza los trabajos en esta zona arqueológica de Veracruz, aclaró que en la época prehispánica no era extraño que se colocara pedacería de antiguos murales en el relleno constructivo de los edificios, usados a modo de simple basura.
“Por separado, los fragmentos de murales son sólo pedacería; pero en el momento en el que son reintegrados en escenas concretas revelan su complejidad simbólica para convertirse en fuente de información de primer nivel”, dijo.
“Lo que no es común y que tuvimos claro en la temporada de campo que siguió a su descubrimiento, es que todo el mural, despedazado si se quiere, fue enterrado deliberadamente. Es decir, luego de desprenderlo por partes en el pasado se convino enterrarlo completo en el mismo lugar al que pertenecía, y eso es algo que definitivamente no ocurre con frecuencia en El Tajín”, acotó.
El mural, que adornó un grupo de aposentos del Edificio 40, no sólo es importante por los valores plásticos inherentes a esta obra de arte, lo es también porque en El Tajín “no hemos encontrado las tumbas de los gobernantes o de aquellos personajes que pertenecían a la jerarquía social más alta, quizá porque los enterraban fuera de la ciudad, y es por ello que no tenemos noticia de las prácticas funerarias de la época”, detalló el también historiador del arte.
Si no existen tumbas que permitan un acercamiento a las manifestaciones simbólicas de este antiguo pueblo del oriente de Mesoamérica, los murales, más aún cuando pertenecen a un contexto arqueológico privilegiado como el del Conjunto del Edificio de las Columnas, sede del poder político de entonces, son el único camino cierto para explorar la ideología de esta última etapa de florecimiento cultural.
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