La superioridad moral
Este 20 de noviembre vuelve a revelarse lo que podría ser el futuro inmediato del acontecer nacional.
La plaza abandonada para la conmemoración del 104 aniversario de la Revolución Mexicana, cancelada oficialmente por temor y para evitar provocaciones, fue ocupada por la indignación y la inconformidad infiltrada a ratos con violencia.
Los ánimos están desbordados… hasta Andrés Manuel López Obrador lo advierte: “Existen elementos para pensar que algunos grupos de México y el extranjero están fraguando un golpe de Estado contra el Presidente de México, lo cual llevaría al país al caos y a la anarquía…”
Se puede discutir mucho sobre los múltiples errores cometidos por el gobierno del presidente Peña Nieto en los últimos meses, los cuales han derivado en debilidad y falta de credibilidad. La virulencia de los casos Tlatlaya y Ayotzinapa, el dudoso motivo de la licitación cancelada a los chinos para construir el tren “bala” México Querétaro y el escándalo de La Casa Blanca de Las Lomas, no son infortunios, sino resultado de malas decisiones… y reflejos lentos.
En defensa propia, el Presidente regresó de su viaje a China y Australia dispuesto a enfrentar los miedos agobiantes, sin embargo el tono para acusar sin señalar los nombres de los profetas del desastre, quienes alientan la desestabilización de su gobierno, nos recordó el tono autoritario de usos y costumbres que creíamos sepultadas.
“Es hora de pensar cómo imaginamos que debe ser nuestra convivencia, de orientar los esfuerzos para reconstruir no solo el entramado estatal sino el tejido social en los momentos dramáticos que vive el país”, demanda el politólogo José Woldenberg.
Esa debería ser la propuesta presidencial, sin rencores ni temores; enfrentar con imaginación, firmeza, liderazgo y visión de Estado el enojo, la frustración, la desconfianza ciudadana… y a los violentos.
Sin embargo, hasta ahora, los hechos demuestran que Peña Nieto tiene la piel delgada, irritable, de ahí que su mayor preocupación sea barrer la sospecha en torno al patrimonio familiar, por encima de las acciones en pro de la seguridad y la concordia nacional.
En menos de 24 horas se han hecho públicas las explicaciones sobre La Casa Blanca de Las Lomas y la declaración patrimonial detallada del Jefe del Ejecutivo, lo cual habla bien de la pareja presidencial pero no resulta suficiente ante la urgente necesidad de rescatar credibilidad y certeza…
La legitimidad del poder no ejercido, es hielo derretido.
EL MONJE LOCO: De alto impacto resultó la versión de la Primera Dama para aclarar sus haberes aunque tal vez no calme los ánimos populares ni cure la herida provocada a la imagen presidencial debilitada por los casos de ejecuciones extrajudiciales, la flagrante violación de los derechos humanos y las dudas sobre el compromiso oficial por la transparencia. Aunque la señora Angélica Rivera se haya visto fuerte, audaz y valiente; más águila que gaviota, quizá fueempujada por la opinión publicada, o tal vez inducida y manipulada. ¿Habrá entendido que la frivolidad de hacer pública su riqueza en un país de pobres esta mal visto?. La actuación de la esposa presidencial ante las cámaras genera cuestionamientos; para no pocos resulta difícil de creer que una exitosa actriz, haya acumulado recursos suficientes para adquirir una lujosa propiedad de esas dimensiones; a pesar del esfuerzo histriónico prevalece el sospechosismo. ¿Por qué echó mano de un apoyo crediticio si tenía tanta “lana” para comprar la casa de contado?; ¿para qué pidió un crédito al contratista favorito de su marido?; ¿por qué nadie reparó en el conflicto de interés?; ¿si La Gaviota ya no trabaja en Televisa, de dónde sale el dinero para pagar la hipoteca?… Como dice la analista María Amparo Casar, el gobierno parece practicar el feo vicio de “taparnos los unos a los otros”.
@JoseCardenas1| [email protected]| josecardenas.com.mx