El presupuesto es un laberinto
Más historia, menos rencor
“… Y que un ratón es milagro suficiente, como para hacer dudar a seis trillones de infieles”, escribió hace casi 200 años uno de los más grandes poetas estadounidenses, el autor de Hojas de Hierba, Walt Whitman.
Así ha sido el trabajo de convencimiento político del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, una prolongada cruzada por la democracia, la justicia y contra el conservadurismo político imperante en nuestro país, gobernado casi 100 años por un partido que hizo de la corrupción una cultura nacional.
La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la tierra de Walt Whitman, el corazón del imperio, con el temple y la inteligencia política que le ha caracterizado, fue como un dardo envenenado disparado contra los infieles que se niegan a reconocer la nueva realidad del mundo globalizado: libre comercio justo, democracia, derechos humanos, justicia a secas y libertad.
Mientras tanto, los infieles a la justicia de acá, prefieren seguir dándose golpes de pecho, rezar al becerro de oro, frente a millones de pobres que piden pan y trabajo.
En una ciudad que aún muestra en su rostro las huellas de la lucha por la libertad contra una clase política hipócrita y racista, protegida por los dos grandes partidos políticos que le han dado el poder a los blancos, republicanos y demócratas, el presidente AMLO habló de México y los pueblos latinoamericanos exigiendo con nobleza un trato justo, no de colonia, como nos acostumbraron los prianistas que nos gobernaron.
Ahí, frente a la Casa Blanca, en el Lincoln Memorial, creado para honrar la memoria del presidente estadounidense que abolió la esclavitud y fue amigo de nuestro país, la izquierda mexicana de aquel lado, recibió y vitoreó al presidente mexicano que busca la transformación del país.
Desde ese suelo que han pisado los mejores hombres y mujeres estadounidenses en busca de la libertad, desde ese pódium donde se han escuchado discursos disruptivos contra el status quo como: “Yo tengo un sueño”, del reverendo Martin Luther King.
Desde de esa calle, donde encendidas multitudes del Black Lives Matter (BLM) reclamaban y reclaman al establishment blanco hasta hacerlo recular, derechos iguales para todos. Hasta ahí llego la voz de un presidente mexicano que frente a su homólogo yanqui pidió respeto y trato justo para los connacionales que hacen su vida allá.
“Durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”, dijo el estadista mexicano.
Nunca en la historia reciente vimos a un presidente mexicano ir a Estados Unidos a escuchar, a negociar un acuerdo con dignidad, exaltar nuestras diferencias y exigir respeto a nuestra soberanía.
Los presidentes mexicanos del PRIAN, los representantes de la dictablanda corrupta, siempre fueron como arrendatarios dispuestos a entregar a nuestra nación al imperio, como si fueran parte de un Ministerio de Colonias.
“En la historia de nuestras relaciones, hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de convivencia”, dijo AMLO con mesura y tranquilidad.
“Pero lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía. En vez de la Doctrina Monroe, usted ha seguido, en nuestro caso, el sabio consejo del ilustre y prudente George Washington, quien advertía que ‘las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos’. Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente”, dijo el líder de la 4T.
“Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano”, prosiguió el líder de los mexicanos que quiere una patria digna.
El primer mensaje de AMLO al mundo y al pueblo estadounidense fue el mismo viaje, su arribo a la capital del imperio capitalista en un avión de línea comercial, dejando la cultura que impusieron los sultanes del pasado: gobierno rico pueblo pobre. V.g, la familia Calderón, Peña Nieto y sus viajes cronicados para ¡Hola! y Quién.
El segundo, los homenajes a dos figuras emblemáticas del liberalismo en las dos naciones: Lincoln y Juárez.
Tres, el discurso de dignidad y de rechazo al sometimiento al que nos habían acostumbrado los presidentes mexicanos usurpadores.
¿Qué faltaron temas de la agenda nacional? Por supuesto, el migratorio, la inseguridad, el tráfico ilegal de armamento, narcotráfico y otros, pero el tema de la reunión del pasado miércoles era el T-MEC. Los otros son temas que deben abordarse con urgencia en un terreno de respeto e igualdad. La dinámica ya fue trazada, ahora hay que continuar.
En síntesis, el viaje de AMLO a EU es significativo políticamente, tanto, como el triunfo electoral de hace dos años en México, cuando la derecha corrupta fue derrotada por un pueblo cansado de su clase política.
Y, finalmente, los conservadores tendrán que darle mayor importancia al análisis histórico para no repetir los mismos errores en su interpretación de la realidad. Más historia, menos rencor.
La historia ha demostrado que la reacción está condenada al fracaso. El pueblo bueno de allá del imperio también lucha contra su reacción, el conservadurismo. Allá, acá, acullá es el mismo grito.
Y parafraseando a Whitman, vale recordar que un ratón, pequeño como es, es un milagro suficiente para terminar con millones de infieles a la justicia y la dignidad de los pueblos. Así lo dice la historia, no sólo la poesía.