La superioridad moral
¿Entonces por cuál?
Cuando un sistema cofunde los mecanismos los mecanismos de conservación de su estructura funcional con la perpetuación del orden establecido, genera contradicciones que los llevan a su propia destrucción.
Una de las características del sistema político mexicano fue que privilegió el clientelismo electoral y expandió la despolitización. No se propagó cultura política.
Siguiendo la lógica de Goebbels, toda población con uso de razón y capacidad de crítica solo puede ser sometida y eso implica el uso constante de la fuerza lo que a su vez conlleva al desgaste de figura del gobernante.
En los más recientes procesos electorales, los mercadólogos políticos eligieron elaborar mensajes de miedo e incertidumbre. Los resultados son agudización del encono social y su polarización a todos los niveles de las relaciones sociales. ¡Jamás el voto razonado!
Desde 1982, la lógica la cual se elaboró los mensajes electorales del partido gobernante, fueron el miedo al cambio. “Si no somos nosotros sobrevendrá el desastre”; “Estamos bien así como estamos”, “pobres pero contentos”.
Hoy el partido gobernante se atrapó en su propia lógica. Si cualquier forma de cambio implica el desastre, más de lo mismo no constituye una oferta para mejorar la situación del país:
Las reformas estructurales dieron resultados muy por debajo de los ofrecidos. No necesariamente por las reformas en sí mismas sino por la forma como fueron instrumentadas. No modernizaron la estructura financiera-productiva, reconcentraron la riqueza entre los grupos fácticos y eso generó malestar hasta en la propia clase dominante. Expandieron la pobreza y la generación de la riqueza se hizo mediante prácticas corruptas entre empresarios y gobernantes, la clase política convirtió el erario en un botín. El ejercicio fue una variante del despotismo ilustrado, aunque en este caso, hasta la ilustración resultó apócrifa.
Los malos resultados de las políticas públicas en materia económica y la corrupción, se han traducido se han traducido en la reducción del poder adquisitivo de las personas, el trabajo se ha precarizado, la prestación de los servicios bajó de calidad, más otra serie de cosas que a su vez terminan por disminuir los niveles de vida, sin hablar de lo ocurre en el ámbito de la seguridad pública.
El mensaje del partido gobernante es que lo “responsable”, lo que da certidumbre es mantener el actual estado de cosas, eso no es una oferta política. La ostentación de títulos universitarios es inútil. Mayor reparación académica no significa conducta honesta y eficiente.
Si el mensaje se orienta por condenar el perdón la corrupción, tácitamente se está reconociendo la deshonestidad con la cual se ha actuado. La procuración de justicia ha redundado en la simulación. No castiga la mala actuación sino que amolda a la coyuntura política. Si se enfatizan las políticas sociales, se reconoce que el actual modelo de desarrollo ha sido una fábrica de pobres.
La lógica de los mercadólogos nos conduce a un laberinto: si hay que tenerle miedo a cualquier tipo de cambio y continuar por el actual rumbo “responsable” implica pobres resultados, lo que tenemos es incertidumbre. Falta de opciones.