Sin mucho ruido
Independencia y transformación
El festejo del inicio de la guerra de independencia de México en esta ocasión tiene un contexto diferente. La expectativa de que pueda materializarse en el Proyecto Alternativo de Nación o la cuarta transformación.
Un hecho irrefutable es que el actual modelo de desarrollo nacional está agotado y que tanto en los interno como en lo externo hay circunstancias que ya no lo hacen viable por lo que de no cambiar se perfilan situaciones dramáticas en el corto plazo.
A partir de la década de los 90, la administración pública federal se orientó mediante el criterio del estado mínimo. El Estados, despojado de manera parcial y arbitraria de sus facultades de rectoría para convertir a la presidencia del país en una Gerencia Pública.
Hasta antes de los 90, se dijo que una administración pública obesa haría más eficiente la prestación de los servicios estratégicos, pero tuvo un efecto contrario pues se otorgaron plazas como prebendas. Derivó en un servicio engorroso, deshumanizado y parsimonioso que fue un caldo de cultivo para la expansión de la corrupción.
El modelo de la gerencia pública terminó por convertir los derechos ciudadanos en una mercancía, distanció a la clase gobernada de sus mandatarios, multiplicó geométricamente la corrupción y terminó por menguar la recaudación fiscal haciendo que el gobierno no cuente con los recursos suficientes para atender a cerca de 120 millones de personas
Los ciudadanos de cualquier país buscamos que los impuestos que pagamos al gobierno nos sean retribuidos en servicios que no sólo sean accesibles para todo el mundo, sino que, sean de calidad. En México estamos lejos aún de tener esa demanda satisfecha.
Una razón de lo anterior es la recaudación fiscal que es baja. La otra razón fundamental ha sido la corrupción y el abuso que desde el gobierno se ha hecho en forma, muchas veces, de franco atraco a los mexicanos.
La llegada de Morena al poder federal está revestida de una expectativa de terminar con viejo vicio de servirse en lugar de servir desde la función pública.
Sin embargo, es necesario distinguir lo que se ha llamado privilegios de una burocracia dorada, de una con salarios justos que recompensen la preparación, experiencia y resultados. Los salarios de los servidores públicos deben también ser competitivos a fin de que el gobierno sea capaz de hacerse de los mejores profesionales de las muy diversas materias que comprende la administración pública.
La independencia del país ni puede ni debe reducirse a preceptos retóricos. La independencia se construye desde las condiciones adecuadas para producir los bienes y servicios que la sociedad necesita, donde las relaciones obrero-patronales tengan un marco legal con criterios técnicos y objetivos para determinar los salarios bajo los criterios de justicia y competitividad calidad los bienes y en los servicios que tanto el sector privado como el gubernamental ofrecen.
Es en esa relación económica donde está la piedra angular para construir la Nación Alternativa. No en defensas delirantes de la patria o de las siglas partidas pues solo generan encono, confrontaciones apasionadas pero carentes de argumentos de tal o cual idea y al final se conduce a la frustración, a totalitarismos que excluyen y agravian.
Necesitamos una cuarta transformación pero nunca una transformación de cuarta.
Cambio que no se realiza es una promesa diluida por el viento diría la abuela.