Teléfono rojo
Por debajo de la tierra
El auge de la minería de los metales preciosos y la consecuente consolidación de un nuevo sector de medianas empresas, mayoritariamente canadienses, está provocando una ampliación y un reordenamiento de la actividad minera de México y a la postre, en la estructura de la economía nacional.
En México ha habido dos tipos históricos de implantación minera, cada uno de los cuales dio origen a una frontera minera: el de la primera, corresponde a la aparición y auge de las antiguas ciudades mineras o “reales de minas” de la época colonial, en la actualidad convertidas algunas de ellas en importantes centros urbanos y capitales de estados (Guanajuato, Pachuca, Zacatecas, Taxco, etc.).
La segunda frontera surgió con los viejos y típicos enclaves mineros o “Minerales”, conformados o reconfigurados desde finales del siglo XIX a raíz de la llegada de los consorcios extranjeros y urbanizados con una lógica que reproduce en el espacio la división social del trabajo teñida de marcados tintes étnico-discriminatorios, como es el caso de Cananea, Santa Rosalía, Nacozari-La Caridad, Santa Bárbara, Fresnillo, Mazapil, Nueva Rosita, entre otras.
Al inicio del XXI estamos observando que una tercera frontera minera se está configurando, incluyendo dentro de sí nuevas regiones sin un pasado minero o con sólo algunos antecedentes remotos del mismo.
Aunque esas nuevas zonas mineras se encuentran dispersas en todo el país, la mayoría de ellas se ubica en lugares recónditos de las cadenas montañosas de México, en las Sierras Madre Occidental y Oriental (estados de Sonora, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Chihuahua, Nayarit, Coahuila, Nuevo León, Jalisco, Guerrero y Oaxaca), pero también en otros estados como Chiapas, Veracruz, Baja California, Guanajuato, Hidalgo, San Luís Potosí, Michoacán y Puebla.
Se trata, por lo demás, de regiones de difícil acceso, en donde se asientan diferentes grupos étnicos pero donde también la presencia de poblaciones mestizas de origen colonial es notoria. La expansión de esta tercera frontera minera es en gran medida obra de las empresas canadienses.
A la par que los grandes consorcios mineros de capital mexicano mexicanos se han venido consolidando, asistimos en la última década a un fenómeno que no tiene precedente en la historia de la rama: la creciente presencia del capital canadiense. Su llegada es consecuencia de la liberalización y apertura comercial del país, pero además está estrechamente vinculada con el crecimiento espectacular en los precios del oro, plata, cobre y plomo entre 2000 y 2008
Este florecimiento de la inversión canadiense se ha traducido en un liderazgo de las Bolsas de Valores de Vancouver y de Toronto que son hoy los centros neurálgicos para las grandes empresas y proyectos de exploración y explotación mineras.
En 1996 se estimaba que cerca de 100 de un total de 800 empresas registradas en la Bolsa de Valores de Vancouver estaban operando en México. En cuanto al impacto de la inversión canadiense en México puede señalarse que en 2007 el 78 por ciento de las empresas mineras de capital extranjero establecidas en México eran originarias de ese país.
La presencia de la minería ha conllevado siempre una transformación de los usos del suelo, de las formas de aprovechamiento de los recursos naturales y, en general, de las formas de vida de las poblaciones afectadas por la presencia de las industrias extractivas, en la coyuntura actual este conjunto de fenómenos parece estar adquiriendo nuevas dimensiones a raíz de la aparición de lo que hemos llamado la tercera frontera minera.
El proceso es también novedoso por su profundo carácter trasnacional, porque aunque la minería mexicana cuenta con una larga tradición histórica de relaciones de dependencia externa, nunca este proceso ha adquirido dimensiones tan profundas como ahora, cuando son los grandes centros financieros canadienses los que rigen los flujos de la inversión minera a México y en tanto que la demanda de materias primas en las economías asiáticas (China e India) en rápido proceso de expansión está provocando un auge inusitado de los precios.
Durante la semana recién concluida se dio a conocer que Guerrero figura entre las principales entidades con alta concentración de inversión extranjera directa en minería. Pero los conflictos sociopolíticos de esa actividad, como se puede ver, están latentes.
Hay maldades que se arropan en bondades diría la abuela.