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CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo de 2020. — El llamado Censo del Bienestar es la base de la construcción de la política social del presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde su anuncio, en el periodo de transición, desató múltiples críticas. Fue presentado como un ejercicio en el que un grupo de voluntarios, denominados Servidores de la Nación, recorrería todo el país, casa por casa, para identificar a los posibles beneficiarios de los programas sociales del gobierno.
Un artículo de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), señala que desde la participación de operadores de Morena, pasando por la nula información sobre cómo sería llevado a cabo, hasta la violación de las leyes electorales al aparecer el nombre del Presidente en todos los materiales, el Censo del Bienestar se echó a andar sin ninguna transparencia o rendición de cuentas.
De hecho, apenas el pasado 18 de mayo, más de un año y medio después de que inició el levantamiento, el gobierno hizo pública la metodología y sus principales resultados. A partir de ellos, podemos analizar, por primera vez, el censo para identificar sus aciertos, errores y problemas.
El primer elemento que vale la pena adelantar es que llamar “censo” a este ejercicio es una equivocación —incluso una mentira— con profundas implicaciones en la opinión pública y en las políticas públicas sociales. Todas las definiciones básicas están de acuerdo en que un censo implica el levantamiento y procesamiento de la información de toda una población determinada; puede tratarse de un país o de un grupo bien definido, pero, a diferencia de los ejercicios muestrales, un censo tiene el objetivo de no dejar fuera a nadie.
En el caso del “Censo del Bienestar”, desde un comienzo el objetivo no fue entrevistar a toda la población, ni siquiera a toda la población en situación de pobreza: se trató de una verificación de información de una parte de los beneficiarios de los programas sociales que había en 2018 y un intento de identificar a algunos beneficiarios potenciales de las nuevas políticas sociales. A continuación analizaremos cómo se planteó metodológicamente este levantamiento, pero partamos del hecho de que por ningún motivo puede ser denominado como censo.
¿Cómo se diseñó?
De acuerdo con el reporte metodológico publicado por la coordinación general de programas para el desarrollo, el objetivo inicial del Censo del Bienestar consistió en “verificar la información de los beneficiarios de los principales programas sociales vigentes en 2018”.
Aquí se hace un supuesto metodológico muy aventurado, pues para la selección del universo se señala que partirían del Padrón Único de Beneficiarios, que reportaba alrededor de 76 millones de personas al segundo semestre de 2018, pero en lugar de utilizarlo todo, sin una explicación clara se decidió utilizar sólo una parte.
Un censo habría requerido entrevistar y verificar la información de todas las personas inscritas en este padrón. Si bien es cierto que es posible hacer estimaciones precisas a partir de muestras diseñadas específicamente para recabar la información requerida, el Censo del Bienestar no implementó un diseño útil para realizar tales estimaciones y generalizaciones.
El documento explica que “debido a la imposibilidad de incluir todos los programas sociales, se optó por considerar a los programas sociales de transferencias monetarias más grande de la APF [Administración Pública Federal]: Prospera, con 26 millones 15 mil 467 beneficiarios”. Adicionalmente se incluyó a los beneficiarios de Proagro (antes Procampo) y PIMAF (apoyo a pequeños productores de maíz y frijol).
El Censo del Bienestar, entonces, inició fundamentalmente como una verificación de los beneficiarios de Prospera y otros dos programas en lugar de un censo general entre las personas que recibían programas sociales de manera previa: la población objetivo no se encuentra correctamente definida.
El segundo supuesto metodológico frágil está en la forma en la que se dividió la composición de la muestra. En lugar de censar a todos los beneficiarios, se dividieron arbitrariamente dos grupos a partir del municipio de residencia: quienes estuvieran en uno de los mil 229 municipios cuya presencia de beneficiarios de Prospera fuera mayor o igual a la mediana nacional, se verificaron personalmente de forma estricta; en contraste, quienes habitaran uno de los mil 228 municipios con un porcentaje de beneficiarios por debajo de la mediana, formarían parte de un muestreo no probabilístico tipo bola de nieve.
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