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CIUDAD DE MÉXICO, 31 de octubre de 2019.- Los ánimos subieron de tono durante la comparecencia del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo ante el Pleno de la Cámara de Diputados, cuando, en su turno, un grupo de diputadas del PAN subió a tribuna y cuestionó al funcionario sobre el fallido dispositivo en Culiacán, Sinaloa.
Encabezados por la legisladora, Adriana Dávila, los panistas presentaron 14 preguntas plasmadas en grandes mantas, sobre detalles de la operación y la situación de Ovidio Guzmán después de ser liberado, y recriminaron la falta de acción y eficacia en el tema de seguridad.
Entre las preguntas que se podían leer en estas mantas, destacaban: ¿El Presidente sabía sí o no, de la orden de extradición?; ¿Se filtró información sí o no, sobre el operativo?; ¿Quién negoció con los narcotraficantes?; La declaración que dio a los medios a las 20:30 horas ¿fue una mentira?; ¿La FGR ya lo citó a declarar? ¿Cómo se fortalece el gobierno con la liberación de un capo?; ¿Cuál dependencia es la responsable del operativo fallido?; ¿Sabe el presidente de todas las peticiones de extradición?; ¿Se aseguró el domicilio y demás bienes de esta persona?; ¿Seguirá aplicando el presidente ceguera voluntaria respecto de operativos de alto impacto?, entre otras.
En medio de gritos y reclamos, Durazo se mantuvo sentado y rodeado de las legisladoras del PAN, mientras Adriana Dávila demandaba mayor humildad y sensatez después del operativo en Cualiacán al tiempo que acusaba que para el actual Gobierno la seguridad de los mexicanos no es la prioridad.
“Los últimos dos días hemos sido testigos de que la prioridad de este gobierno no es la seguridad de las mexicanas y los mexicanos, sino la popularidad del presidente (…) Dijo usted que un tropiezo táctico no descalifica la estrategia de seguridad, falta usted a la verdad, lo que sucedió en Culiacán desnuda su mentira, la realidad es que no hay estrategia de seguridad”, aseveró.
Ante ello, Durazo intentó responder en medio de los airados reclamos de las diputadas que en ningún momento se movieron de la tribuna y que, de forma hasta cierto punto intimidatoria, no dejaron de increpar cada respuesta que daba el funcionario.