Domelipa busca influenciar con La Foto
CHILPANCINGO, Gro., 11 de abril de 2018.- La asistencia de personas de las siete regiones del estado saturó el espacio que se tenía programado para el mitin del candidato presidencial José Antonio Meade Kuribreña en esta ciudad, lo que provocó empujones y jaloneos entre aquellos que pretendían estar lo más cerca posible del candidato y las personas que sirvieron como guardias.
Lejos de la restricción dada por el propio dirigente estatal de PRI Heriberto Huicochea Vázquez, en el sentido de los horarios para efectuar campaña a consecuencia de la violencia, miles de personas fueron acarreadas de distintas regiones hacia Chilpancingo, incluidas decenas de personas de la violenta Chilapa, traídas por la candidata federal Flavia García García.
En el estadio David Josué Evangelista del Polideportivo de Chilpancingo, que recibe su nombre de un joven futbolista asesinado la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, cuando desaparecieron los 43 normalistas, el PRI decidió que hubiera asistentes por categoría, como en cualquier acto del gobierno federal.
La diferencia entre los asistentes se daba desde el acceso, algunos por la entrada principal y el resto por las entradas alternas; alrededor de la tarima en la que habló el candidato estaban aquellos con la calcomanía marcada con el número 1, que se trataba de políticos de mayor nivel, algunos portaban la letra A y otros la leyenda “Candidato”.
El resto de las letras estaban separadas por vallas; algunos incluso no alcanzaron lugar y fueron colocados en las gradas externas al evento, por lo que quedaron atrás de las lonas que delimitaron la zona del acto político.
De acuerdo con los organizadores se esperaban 6 mil personas, pero llegaron unas 8 mil; algunas alcanzaron banderas y gorras, y eran de las distintas regiones del estado, lo que se comprobó con los gritos y porras cada que una de estas era mencionada. Chilapa, Taxco y Acapulco fueron los municipios que llevaban una porra mayor, a pesar de que en este último estuvo por la mañana.
En las delimitaciones cerca a la tarima de Meade Kuribreña las personas de pie se empujaban y arremolinaban para estar cerca de este, lo cual era impedido por las personas encargadas de la vigilancia, que en algunos momentos su militancia les ganaba y preferían corear las porras y tomar fotografías y descuidaban su labor.
Al finalizar el acto, que tardó más en comenzar que en su desarrollo, la seguridad fue rebasada por los verdaderos simpatizantes que querían acercarse a Meade para tomarse una fotografía; el resto, los acarreados, simplemente comenzaron a abandonar el lugar.