El presupuesto es un laberinto
Lo “bueno” de la pandemia
La reacción mundial de confinamiento a la pandemia de Covid 19 ha propiciado la aparición o percepción de fenómenos naturales inusitados y situaciones insólitas, que por la actividad humana disminuida no se presentaban desde hace tiempo
Con afán de darle un vuelco positivo a las temibles y fúnebres informaciones sobre Covid 19 que obligadamente llenan los espacios noticiosos, en esta ocasión referiremos aquí algunos de estos fenómenos o situaciones, con la esperanza de lograr imbuirle a usted, anhelado lector, “una bocanada de aire fresco” ante la alarmante situación mundial.
Como hecho positivo a nivel global, destaca la limpieza ambiental que de manera impresionante se manifiesta en casi todo el mundo y se documenta con precisión en países industrializados como China, España, Italia y otros, donde se reporta una substancial reducción a las emisiones contaminantes: gases, líquidos y hasta de ruidos, por la ausencia de vehículos. Esto se torna evidente con imágenes emitidas por la NASA y por agencias noticiosas en todo el mundo.
Como situación inusual, les comento que en diversos puntos del planeta las personas han escuchado extraños sonidos procedentes del cielo, que coincidente en varias latitudes han sido identificados como “trompetas celestiales”, que desde luego fueron ligadas de manera catastrófica a la pandemia para considerarlas algo así como “augurios malignos”. Al respecto, la misma NASA explicó que se trata de corrientes de viento cálidas que chocan violentamente con otras corrientes frías, generando los sonidos en cuestión y añade que se pueden escuchar ahora y antes no, porque no hay contaminación auditiva en el ambiente y ese silencio permite escuchar dicho fenómeno. Esto, explica la NASA, es parecido al que se crea con el choque violento de olas marinas contra un risco, donde se escuchan silbidos similares, adicionales al choque del agua contra la roca.
En nuestro país, los controles no son tan rigurosos (que novedad) y como era de esperarse, no se han registrado descensos drásticos de contaminación ambiental comparados a los que experimentan países altamente desarrollados, pero si hay disminución de contaminantes. Cabe señalar que, a nivel nacional, los puntos que mayor contaminación del aire existe este día 28, es en la ciudad de Toluca y Ciudad Netzahualcóyotl, ambas pertenecientes al Estado de México y vecinas de CDMX.
ACAPULQUITO
Este paradisíaco puerto al que llamo yo “La Antesala del Paraíso” (el paraíso es para los difuntos), no ha estado exento de la crisis biológica mundial y aunque la población en general, es un lamentable hecho, ha sido muy renuente a adoptar las medidas de seguridad recomendadas, las actividades turísticas si se detuvieron totalmente porque muchos hoteles, restaurantes, bares y discotecas están cerrados, las playas también, las lanchas y otras embarcaciones están varadas o ancladas en la bahía y solo persiste la actividad básica de los pescadores ribereños, que por cierto, de manera inusitada, han logrado grandes capturas de especies diversas en estos momentos, capturas que, según ellos mismos mencionan, ya no se logran, ni remotamente, en condiciones normales. Algo mucho más dramático o espectacular sucedió en Pie de la Cuesta, donde las olas sacaron a tierra gran cantidad de peces grandes vivos, de tres o cuatro kilos y de especies diversas, situación que provocó la alegría de los pobladores locales, quienes atribuyeron el fenómeno a intervención divina. Sin embargo, los hombres de mar, los pescadores, aseguran que la ausencia del ruido que emiten las lanchas o barcos que están parados y del vertimiento de aceites al mar por las mismas embarcaciones, aunado a los miles de bañistas que utilizan bloqueadores solares grasosos, espantan a los peces, los ahuyentan y éstos se retiran de las costas; así, cuando tales actividades cesan, grandes cardúmenes o incluso hasta ballenas, se acercan a las costas y como les está pasando ahora, esos peces pueden ser capturados más cerca de la costa.
En el caso de Pie de la Cuesta, estos acercamientos de peces coincidieron con el fenómeno conocido como “mar de fondo”, que implica un aumento considerable del oleaje, el cual lanzó con violencia hacia tierra a los peces que se habían acercado.
Dichas actividades recreativas, las lanchas y los bañistas, también revuelven el fondo del mar y dejan arena y otras materias suspendidas, situación que cambia el color del agua y en este momento donde desapareció este factor, las aguas de la Bahía lucen de un prístino color azul celeste, muy parecido al que presumen en el caribe, como principal argumento de promoción turística.
Otro fenómeno poco captado en Puerto Marqués, fue la bioluminiscencia de las olas del mar al romper contra la playa. La explicación a esto, según refiere un biólogo local, es la concentración de ciertos microorganismos en el agua, producto de la misma inactividad de las lanchas, los cuales se excitan con el movimiento del agua y emiten luz.
Esto ha sido solo un intento de mostrarle al abrumado lector, que hay algo positivo que mencionar frente a las atemorizantes y trágicas cifras de contagios y muertes que estamos padeciendo diariamente. Y no puedo evitar que me venga a la mente un sueño: ¿Qué tal si los residentes acapulqueños y las autoridades, de manera conjunta, promoviésemos en mayor o menor medida la permanencia de esas condiciones positivas en el Puerto, cuando este problema biológico termine? Sería maravilloso y aunque se trate de un sueño, un sueño guajiro o menos coloquial, una utopía; estoy seguro que la simple visión de un Acapulco de aguas celestes, pleno de peces y hasta con la visita de los cetáceos, nos genera un fantasioso instante de placer que nos hace falta. Espero no equivocarme y haberlo logrado.