Corrupción neoliberal
¿Cuidar indígenas?
La presunta desaparición de una dirigente indígena -Obtilia Eugenio Manuel y su acompañante Hilario Cornelio Castro-, solo sirvió para exhibir la negativa intención de organizaciones radicales y hasta del clero disidente, que tenían todas las intenciones de ejecutar linchamientos contra quienes son ajenos a omisiones de líderes de las etnias, pero que pusieron en alerta a todo el Aparato del Estado Mexicano.
Cansada y ajetreada, lo que le generó un alto estrés, por el virulento ambiente que vive como funcionaria del ayuntamiento de Ayutla de los Libres –regido por usos y costumbres-, la señora Obtilia Eugenio Manuel, decidió hospedarse en céntrico hotel del poblado de Tierra Colorada –Juan R. Escudero- con su acompañante Cornelio Castro, fue considerado como levantón y desaparición de la pareja, a manos de un grupo delictivo, de tantos que hay en Guerrero. Qué bueno, que nada malo les ocurrió.
Quien hizo el primer reporte por la “desaparición” de Obtilia e Hilario Cornelio, fue el indiscreto sacerdote Alejandro Solalinde, quien habría asegurado que los indígenas fueron “levantados” la mañana del martes 12, en el tramo Tierra Colorada-Ocotito.
Catastrófico el “curita” Solalinde. Advertía que si no aparecían los indígenas entonces el gobernador Héctor Astudillo Flores “tendría que renunciar al cargo”. Ya aparecieron el pasado sábado 16, Obtilia e Hilario. Quien debe colgar la sotana es Solalinde, por hablador, lengua floja e irresponsable.
Los focos rojos se encendieron en los tres niveles de gobierno, a tal grado que todo el Aparato del Estado Mexicano se puso a trabajar horas extras para localizar a la pareja de indígenas, sobre todo a Obtilia, quien ha sido condecorada por su labor en favor de los pueblos y sus etnias.
Quien ordenó la búsqueda -por tierra y aire- de los dirigentes indígenas fue el gobernador Héctor Astudillo Flores; pero fue objeto de linchamientos por parte de grupúsculos radicales y lucradores sociales así como partidarios de Morena, más los tránsfugas del PRD que ahora se refugian en ese partido. A través de las redes sociales arrojaron toda su ponzoña contra el mandatario estatal y su régimen.
La presión ejercida por el Aparato del Estado Mexicano –Ejército, PGR y policías estatales-, provocó la aparición –sanos y salvos- de los líderes de la Organización de los Pueblos Indígenas (OPIM) Me¨Phaa, Obtilia e Hilario Cornelio, en el poblado de Tierra Colorada, municipio de Juan R. Escudero.
La noticia sobre la presunta desaparición de los dirigentes indígenas tuvo tal repercusión nacional e internacional que, por un momento, la opinión pública hizo caso omiso al asunto del cierre de guarderías infantiles -por orden del presidente AMLO-.
La tragedia de más de 130 huachicoleros muertos en Hidalgo dejó de ser importante, y hasta el juicio del Chapo Guzmán y la creación de la Guardia Nacional por muchas horas dejaron de ser temas de interés. Los indígenas “desaparecidos”, Obtilia y Cornelio, se llevaron las primeras planas, ni la duda cabe.
Aun no se sabe cuánto dinero se gastó el Estado Mexicano para la localización de Obtilia y Cornelio, si se considera que para su exitosa localización se utilizó un helicóptero y decenas de efectivos militares, policías federales y estatales. Son cientos de miles de pesos, -o millones- erogados en tal tarea de logística. ¿Y si no lo hubiesen localizado?… ¡El acabose!
Más allá de elucubraciones, “supuestos” y hasta tremendistas escenarios, lo más importante es que aparecieron con vida Obtilia Eugenio Manuel y su acompañante Hilario Cornelio Castro, gracias al empeño que puso el gobernador Héctor Astudillo Flores, quien se reunió con ellos en la delegación de la FGR.
De ahora en adelante, las organizaciones sociales y sus dirigentes deberán ser más responsables, y mucho más cuando operen en zonas rojas o “calientes”, donde existe presencia del crimen. Y ni modo: el gobierno deberá “cuidar” a grupos indígenas, para que no les pase nada malo, aunque esa no es su función.
Los miembros de organizaciones étnicas y sociales, radicales, deberán informar sobre sus movimientos, traslados, para evitar conflictos, hasta malos entendidos y confusiones; el gobierno también deberá hacer la parte que le corresponde.
El lamentable episodio que vivieron Obtilia y Cornelio, ojalá nunca vuelva a repetirse… Punto.