Abatir la impunidad, la madre de todas las batallas
Evodio, el imperturbable
Si algo tiene que cuidar el político que gobierna como el que aspira a hacerlo, es “su boca”. La modernidad ha convertido a nuestro planeta en un pueblo chico, que como sabemos todos, es un infierno grande.
“La aldea global” de Marshal McLuhan recalcó lo que antes plasmó en “La galaxia Gutenberg”. Tuvimos la oportunidad de escuchar al filósofo y teórico canadiense en una conferencia en un Encuentro Mundial de la Comunicación, en aquél Acapulco de esplendor de 1975, con un Centro de Convenciones recién construido y entonces el más moderno y funcional de la América Latina. McLuhan nos sorprendía con sus teorías. Me parecía un nuevo Héleno, el hijo de Príamo y Hécuba y hermano gemelo de Casandra, que interpretaba el porvenir con la examinación de los signos exteriores.
Como el troyano de la mitología griega, el canadiense nos pintaba un mundo futuro al comprender los efectos de la comunicación que asperja la noticia por el mundo entero en cuestión de segundos.
Algunos políticos actuales aún no están enterado de ello, empero. Abren la boca – no la cuidan, pues- a la primera oportunidad y dicen una sarta de disparates que los medios impresos, electrónicos y las redes sociales, difunden con la velocidad del rayo.
Un caso reciente fue el del presidente municipal de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre:
Un cuerpo de mujer, desmembrado, fue encontrado en la playa de Manzanillo, al poniente de la bahía acapulqueña. Horas después, los brazos fueron encontrados, y hasta donde estoy enterado no aparecen aun la cabeza y las extremidades inferiores. Noticia que se publicó en todo el mundo, en nuestra “aldea global”, en nuestro “pueblo chico” que es un “infierno grande”. Noticia horrorosa que pinta una realidad también horrorosa: Acapulco es un centro turístico de hecatombe: por toda la ciudad, y recientemente en el puerto marino, la mortandad de personas parece un sacrificio a la diabólica incapacidad de nuestros gobernantes.
Pero a don Evodio eso no lo conmueve. Imperturbable, el alcalde declaró a los reporteros que el hallazgo del cuerpo desmembrado de una mujer (aún no estaba enterado de un segundo cuerpo también femenino encontrado en la céntrica colonia Carabalí) “no tiene por qué afectar la seguridad en las playas”.
Y como si no fuera suficiente, el alcalde espetó: “Qué bueno que nomás sea un solo reporte”. En el Acapulco de hecatombe tenemos un alcalde a lo que nada le conmueve. Es el otro lado de la noticia para la “aldea global”: Hay en Acapulco una mortandad de personas y a su presidente municipal nada le perturba.