
Rommel Pacheco y las señales políticas en la mañanera
Un tonto de capirote
La aprehensión en Guatemala de Javier Duarte de Ochoa, ex gobernador de Veracruz, y la concesión de la extradición por parte del país centroamericano consumada el lunes 17 de julio, cuando el avión en que fue transportado el ex gobernante, un Cessna Citacion Encore, propiedad del gobierno mexicano, y que hace unos años fuera incautado a Elba Esther Gordillo, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, fue la noticia principal de principio de semana y que aminoró el escándalo del socavón sobre el “Paso Express” de la autopista Cuernavaca-Acapulco que costó la vida de Juan Mena López y Juan Mena Romero.
Fue al estilo gubernamental mexicano: una noticia escandalosa que afecta y desprestigia al poder presidencial, es “tapada” por otra también escandalosa pero que lo prestigia: Duarte de Ochoa es acusado de malversar 220 millones de pesos, de adquirir bienes inmuebles a través de prestanombres y de empresas fantasmas con dinero proveniente del erario y de usar un helicóptero oficial cuando ya no era funcionario.
Como vemos, los delitos que se le imputan al exgobernador, son mínimos en comparación a la presunción de que desvió fondos estatales por decenas de miles de millones de pesos, y cuando Guatemala, que concedió la extradición con oportuna rapidez urgía al gobierno mexicano a concretar la entrega del presunto delincuente, nuestra cancillería “pedía más tiempo“para encontrar más elementos probatorios que no fueran echados abajo por la defensa del obeso político veracruzano.
A Javier Duarte de Ochos se le juzgará sólo por los delitos antes mencionados.
El socavón sobre el “Paso Express”, que causó la muerte de los señores Mena y que nos mostró que no solo es cierta, sino clara la corrupción gubernamental y la incapacidad técnica y moral del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, tiene al gobierno de Enrique Peña Nieto en jaque, pues esta obra es sola una de las muchas que en este sexenio se hicieron y que están bajo sospecha de la práctica consistente en la utilización de la función pública y medios de esta en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
Pero a la oportunidad, dicen, “la pintan calva”, y con la llegada del supuesto ladrón, se irá cubriendo paulatinamente la tragedia de Cuernavaca, y la corrupción que la hizo posible.
Pero así en nuestro país, y sólo una cruzada nacional contra la corrupción, nos salvará de ese lastre.
Perú tiene presos por corrupción a dos expresidentes: Alberto Fujimori y Ollanta Humala Tasso, un gran ejemplo que nos ofrece ese gran país hermano.
Y en Brasil, la principal economía de América Latina, el senado destituyó a la presidenta Dilma Roussef por corrupción.
¿En México cuándo? Los exgobernadores presos, unos son políticos caídos en desgracia, y otros, como Javier Duarte, sólo son tontos de capirote, que se pasaron de listos a la hora de robar. Vayamos hacia arriba, demos pasos hacia adelante y no hacia atrás.