Escenarios nacionales/José Luis Camacho Acevedo
En todo conflicto de interés electoral, los medios masivos de comunicación juegan un papel crucial, ya sea para ensalzar, para denigrar o para formar la opinión pública.
Valiéndose de los “líderes de opinión” son capaces de construir actores políticos carismáticos, o caso contrario, emitir informaciones al filo de la verdad y la sospecha arreglada convenientemente con sus adversarios, con el propósito de destruir su carrera, sin importar mucho la ética que suscribe la objetividad en la información como premisa fundamental.
Así sucedió en la Alemania Nazi donde la radio fue utilizada por Hitler para difundir el antisemitismo desde el momento mismo de su arribo al poder en 1933, y ya en plena conflagración, como mecanismo de persuasión, convirtiéndose en una verdadera arma de guerra sicológica y divulgación para las tropas y la población alemana hinchándolos de patriotismo; pero también fue manejada como instrumento disuasivo para debilitar la moral de los ejércitos enemigos; todo bajo la supervisión estricta del ministro de propaganda Joseph Goebbels.
En el caso de Ricardo Anaya, un sector de los mass-media está jugando el papel de publicitar supuestos excesos de gastos en el tren de vida en que habría incurrido el dirigente, valiéndose de la posición que ostenta o de enriquecimiento vertiginoso, algo que en cualquier ciudadano de clase alta se vería normal o pasaría desapercibido.
No obstante, para sus adversarios políticos al interior de su partido es una oportunidad de oro que no pueden dejar pasar para frenar sus aspiraciones y su negativa a dejar ser juez y parte. En tanto que para los del PRI es igual importante por el impacto sicológico a las masas que evidencia que los políticos del PAN se regodean en la riqueza, mientras que más de la mitad de la población del país apenas tiene para comer.
Una de las vías para calmar los vientos que amenazan los equilibrios al interior de esta formación política es tender puentes hacia los inconformes y suscribir reglas consensadas de publicidad sin el carácter monopólico que hasta ahora ha beneficiado al joven Anaya, con ello se evitaría la legítima inconformidad de sus correligionarios y al mismo tiempo se quitarían de encima el embate priista.
Por otra parte, la estrategia de alcanzar notoriedad pública a través de los spots televisivos sin cargo a su bolsillo, no es exclusivo de Anaya; también López Obrador, desde hace tiempo ha venido usufructuando ese privilegio, con la diferencia de que en Morena no hay más suspirantes que el perseverante tabasqueño; y si los hubiera, bastaría un solo gesto de Andrés Manuel para ser aplastado en fast track por las huestes morenas.
Así son los vericuetos de la política, así es el comportamiento humano.