Guerrero es una cajita, con polvorín
AMLO y el saco de Goebbels
Como era de esperarse la definición de facto mediante el ritual de dedazo, destape y cargada en el PRI redujo la amplia ventaja estadística de Andrés Manuel López Obrador, y falta aún que juntos o separados los partidos del Frente Ciudadano designen abanderado.
No se puede considerar derrotado al tabasqueño simplemente por reducirse su ventaja, sabe sacar raja al discurso nacionalista, y de hecho de los principios de la propaganda nazi de Joseph Goebbels.
López Obrador ha individualizado al adversario en un único enemigo: la mafia del poder, bolsa en la que echa por igual a todos los demás partidos políticos, e irónicamente, aprovecha así el hartazgo contra el sistema de partidos para hacer crecer al suyo, y su propia imagen política.
El PRI optó por José Antonio Meade Kuribreña principalmente porque no es militante del PRI, sin embargo, eso no logra deslindarlo del término acuñado por Obrador debido a que si no milita en la mafia del poder, sí simpatiza con ella y ha trabajado para los gobiernos de dos de los partidos que la integran.
El mismo juego del nuevo PRI que en realidad es el viejo PRI y la liturgia del dedazo -al que Andrés Manuel tampoco es ajeno- y la cargada, así lo demuestran.
Por el lado del Frente Ciudadano se supone que la designación de Meade también le restaría votos entre los panistas, según los priistas, aunque en realidad los panistas de cuño difícilmente votarán por el tricolor. De ahí que las fanfarrias no garanticen nada.
Falta, decíamos, la definición del candidato del Frente Ciudadano, aunque no se prevé que ninguna de las figuras que tienen interés ayude a que puedan desetiquetarse y salirse del saco de Goebbels en que los ha depositado el líder de Morena.
Este jueves Obrador inicia una gira de cuatro días por Guerrero, en los que seguramente seguirá cosiendo la bolsa como lo ha venido haciendo a lo largo del país, para que nadie, ni PRI, ni PAN, ni PRD salgan de ella.
Pero eso tampoco le garantiza la presidencia, aunque hay que reconocer que su personalidad fuerte aventaja a un Meade bonachón y de trato suave, en tiempos en los que, ante la violencia e inseguridad México clama por una mano firme.
La inseguridad es la preocupación número uno de los mexicanos. Solo quien convenza a la gente de que podrá detener la ola sangrienta que vive el país volcará a la sociedad en su favor, de lo contrario, será una elección más de maquinarias partidistas en la que ya sabemos quién gana.
En su momento, habrá que ver si Obrador logra convencer a la gente de que puede hacerlo. Por ahora la competencia apenas comienza.