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CHILPANCINGO, Gro. 27 de noviembre de 2014.- Tomás Vergara fue secuestrado el 5 de julio de 2012 en Huitzuco, al norte de Guerrero, y desde entonces, su familia lo ha buscado silenciosamente. Pero ya no más.
“Hasta que vi lo de los muchachos. Vine un día después a Iguala y vi a la prensa internacional, y les dije: ‘¡Si supieran que no son sólo 43!, ¡Si supieran que hay tantas madres llorando!”, cuenta Mayra, hermana del joven desaparecido.
Según publica El Universal el día de hoy, se tiene registro de unos 200 representantes de familias con desaparecidos que están dispuestos a “excavar en todo el estado, que se ha convertido en un cementerio sin nombres”.
Se han encontrado un gran número de fosas con cuerpos en estado de descomposición, sobre todo en la región norte de Guerrero. Mayra platica que su hermano, en aquel entonces de 38 años y padre de dos hijas que ya son adolescentes, era taxista en Huitxuco y desconocen por qué fue elegido. El día que lo vieron por última vez, su hermana cumplía años. Una llamada telefónica les arruinó el festejo. La familia presentó su denuncia en la Procuraduría General de la República (PGR), y en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), pero no confían en las dependencias. “Hemos llamado a la PGR y nos dicen que qué novedades les contamos… ¡Es una burla!”, señala Mayra.
Los secuestradores les pidieron 300 mil pesos a cambio de su libertad, una cantidad que no pudieron pagar. En espera, siempre Entre el sábado y domingo pasado, Mayra, quien se afilió a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y otros familiares de desaparecidos encontraron restos óseos en Cerro Gordo, al poniente de Iguala.
Juntos se organizaron para exigir a la PGR que tomaran muestras de ADN para comparar resultados. Cada que veo reportajes de los 43 desaparecidos me pongo a llorar “Estoy indignada, porque desde hace un mes encontraron fosas y allí siguen sin acordonamiento, sin nada, como si esos restos fueran de perros. Me pregunto: ¿Dónde están los derechos humanos de esa gente?, ¡Nadie sabe de eso, sólo cuando eres madre, hermano, hijo de un desaparecido, puedes comprender!”, expresa.
En la iglesia de San Gerardo Mayela, un templo de Iguala que fue facilitado para practicar los exámenes de ADN a los familiares de los desaparecidos, también se encuentra Modesto Villalba Marcial, de 59 años. Él busca a su hijo menor, Madiel, desde el 24 de marzo de 2013, fecha en que lo vio por última vez en Teloloapan, municipio vecino de Iguala.
Modesto no descarta que a su hijo se lo hayan llevado “los malos”, porque sabe que reclutaban gente para realizar “fechorías”. Sabe que trabajaba como chofer hasta que un día desapareció de repente.
Los Tapia Tapia, procedentes de Chiautla, Puebla, también esperan por una prueba de compatibilidad. Leonor y Antonio, ambos maestros jubilados, buscan a su hijo Marco, quien viajaba junto a otros colegas por la carretera a Huehuetlán, donde trabajaba.
Saben que cinco hombres armados lo obligaron a bajar de su auto, para después exigirles a ellos 3 millones de pesos a cambio de verlo de nuevo con vida. No tuvieron los recursos y aún tienen la esperanza de que se encuentre con vida, aunque esto ocurrió el 14 de marzo de 2013.
“Cada que veo reportajes de los 43 desaparecidos me pongo a llorar, porque ese dolor inmenso, sólo uno lo conoce”, comenta Leonor. Estas familias coinciden en el dolor y lo único que piden es una respuesta. Mientras tanto, seguirán. “Hasta no tener una pierna, un brazo de mi hermano y poderle llorar en paz”, dice Mayra.
Fuente original:
http://www.eluniversal.com.mx/estados/2014/buscan-en-guerrero-a-200-desaparecidos-mas-1057511.html