En el juego
Salinas, el ideólogo del nuevo PRI
Abril ha sido un mes muy activo para el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. El día 3 celebró su cumpleaños número 69 con una fiesta en la que estuvieron, entre otros prominentes integrantes de la clase política priista, Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Pedro Aspe Armella, Francisco Rojas y su sobrina Claudia Ruiz Massieu Salinas, secretaria general del PRI. Ayer sábado intervino en un foro organizado por la Universidad de Harvard, donde habló sobre las políticas del presidente estadunidense Donald Trump contra México, y el próximo miércoles presentará en la capital del país su nuevo libro Muros, puentes y litorales, en el que aborda las relaciones entre México, Cuba y Estados Unidos.
De la fiesta de cumpleaños de Salinas de Gortari se pudo saber por detalles que el articulista Manuel J. Jáuregui proporcionó dos días después en su columna (Reforma, 5 de abril de 2017). Además de revelar los nombres de algunos asistentes al convivio, el informado articulista aseguró que el ex presidente está muy activo organizando la batalla contra Andrés Manuel López Obrador, el “enemigo que todos quieren derrotar”, y que entre quienes se le han acercado a solicitar sus consejos se encuentra el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón. A partir de lo que le fue contado por sus fuentes, Jáuregui afirma que Salinas de Gortari piensa que El Broncodebe lanzar su precandidatura independiente cuanto antes para intentar alcanzar al líder de Morena, quien a poco más de un año de que se realicen las elecciones presidenciales encabeza casi todas las encuestas.
El gobernador de Nuevo León no es el único político al que el ex presidente brinda sus consejos, ni es la primera vez que asume el liderazgo en las batidas políticas contra López Obrador. Más todavía, la historia política del país reserva un nutrido capítulo al enfrentamiento que por lustros han sostenido Salinas de Gortari y López Obrador, lo mismo en la arena electoral que en el debate intelectual o en el terreno pedestre de los dimes y diretes.
Desde su regreso del exilio que le impuso el ex presidente Ernesto Zedillo, Carlos Salinas alterna la operación política, ejercida lejos del escrutinio público pero con notables consecuencias públicas, con la producción de libros. Con Muros, puentes y litorales suma cinco los que ha publicado desde el año 2000, cuando dio a conocer México: un paso difícil hacia la modernidad, un libro que en mil 393 páginas apenas alcanza a contener el ego salinista. Esos volúmenes albergan la biblia salinista, el evangelio del nuevo PRI, sintetizado en el concepto de “liberalismo social” en contraposición al neoliberalismo del que el ex presidente busca infructuosamente deslindarse.
El nuevo libro de Salinas de Gortari, puesto a la venta a principio de abril, no escapa a los impulsos y al narcisismo que con singular intensidad dominan al ex presidente desde que abandonó el poder. De 172 páginas y sólo tres capítulos, se nota que Muros, puentes y litoralestiene su origen en el contexto de la muerte de Fidel Castro en noviembre pasado. Describe las relaciones entre México, Cuba y Estados Unidos y resalta el papel que el propio Salinas de Gortari tuvo en las negociaciones entre Bill Clinton y Fidel Castro para resolver en 1994 una de las crisis de balseros cubanos. Un énfasis especial pone el ex presidente en el relato de su intervención para el rescate de dos niños estadunidenses llevados ilegalmente por su padre a Cuba en el 2003, episodio en el que desplegó sus habilidades negociadoras y empleó la ya conocida cercanía que tenía con Fidel Castro.
El capítulo sobre la mediación de Salinas de Gortari entre Bill Clinton y Fidel Castro ya había sido publicado hace diecisiete años en México: un paso difícil hacia la modernidad, y según explica el autor, el caso del rescate de los menores lo había abordado antes en un texto periodístico. No es la primera vez que Carlos Salinas publica un libro con materiales ya publicados en otro. Lo hizo antes en el libro ¿Qué hacer?, la alternativa ciudadana, publicado en octubre de 2011 con capítulos extraídos de Democracia republicana. Ni Estado ni mercado: una alternativa ciudadana, que a su vez había sido dado a la luz pública en 2010.
Es útil detenerse en ¿Qué hacer?, presentado en su momento como una síntesis de Democracia republicana, por la abierta intención que tuvo de servir como guía ideológica para el PRI en las elecciones presidenciales de 2012. En esos dos libros el ex presidente sistematiza y desarrolla sus posturas sobre el “liberalismo social”, concepto acuñado por Salinas de Gortari en su época de presidente para buscar disociarse de la etiqueta de neoliberal que por sus políticas se ganó a pulso. El “liberalismo social” de Salinas de Gortari no es sino el neoliberalismo que todos conocemos, pero desde la perspectiva salinista.
Las ideas políticas de Carlos Salinas para reivindicar y oxigenar al PRI, y sus consejos prácticos no recogidos en ninguno de sus libros, tuvieron éxito y lo muestra el triunfo de Enrique Peña Nieto. El presidente del regreso del PRI al poder abrazó con entusiasmo el evangelio presuntamente antineoliberal que Salinas de Gortari predica con vehemencia desde el año 2000, y eso queda de manifiesto una y otra vez en las alusiones que el presidente Peña Nieto hace al populismo en oposición al neoliberalismo, falsa disyuntiva en la que se pretende encasillar la elección presidencial del próximo año.
No es por casualidad que después de figurar insistentemente en los discursos de Peña Nieto de dos años a la fecha, el conflicto entre “liberalismo” y populismo apareciera como eslogan de los banqueros en la reunión anual realizada hace un mes en Acapulco: “Dilema global, liberalismo versus populismo”. No neoliberalismo, como se conoce en el mundo a las políticas que endiosan al mercado y en México han producido millones de pobres en los últimos 30 años, sino “liberalismo” como mandan los libros de Salinas de Gortari.
Con Muros, puentes y litorales el ex presidente subraya su presencia en la vida pública del país, y particularmente la enorme influencia que ejerce dentro del PRI. Ahí, en el PRI, goza de la credibilidad que no tiene entre la sociedad mexicana. Aun así, no parece que a sus 69 años de edad piense en el retiro. Todo lo contrario. Y se alista para derramar una vez más su sabiduría entre los suyos.