Teléfono rojo
Desangelada gira de AMLO en Guerrero, entre acarreos, débil discurso y corrupción
La gira de Andrés Manuel López Obrador el sábado en Guerrero, sólo produjo decepción entre algunos cientos de militantes y simpatizantes de Izquierda que deseaban ver un apoyo popular multitudinario al Peje, y escuchar enfervorecidos un incendiario y justiciero discurso que pintara el nuevo México que el eterno candidato dice que logrará si llega a ser presidente del país.
Lo malo es que en los hechos, las decepciones por la visita de AMLO se fueron multiplicando en la mañana y tarde del sábado, a medida que se llegaba el momento del mitin en el Zócalo de Chilpancingo, y cuando el Peje se perdió en casi una hora de discurso -¿ya estará senil?- con el pretexto de la firma del llamado Acuerdo Político de Unidad porla Prosperidad del pueblo y el Renacimiento de México”, que fue signado por líderes de organizaciones sociales, ex dirigentes del PRD, ex rectores de la Uagro y tres padres de desaparecidos de Ayotzinapa. No se le permitió hacerlo a representantes de la CETEG.
Lo peor es que al tratarse de un mitin político público de abierto proselitismo a favor del partido Morena y de su líder, Andrés López Obrador, que busca ganar la presidencia de México en las elecciones el año próximo, nadie pareció darse cuenta de que se cometió un flagrante delito electoral por tratarse de un acto anticipado de campaña, por el discurso abiertamente proselitista del Peje, así como por el desmedido uso de recursos públicos y de dinero de procedencia inexplicable, cuyo monto y aplicación deberían ser investigados por los permisivos consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) y por los miopes agentes federales de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales…
Que no combatirá al narco ni al cultivo de enervantes; omite escándalos de corrupción en Morena…
Durante su alocución en el zócalo de Chilpancingo, AMLO habló de una nueva forma de hacer política y de que durante su eventual presidencia habrá prosperidad, justicia y un cambio profundo en el país, sin revelar cómo lo hará ni en qué consiste su idea de un nuevo estilo de gobernar, ni aportar datos duros para su crítica ni para ilustrar sus promesas.
En cambio, cuando habló de temas concretos, sus planteamientos dejaron mucho qué desear: primero, porque dijo que no combatirá a las bandas del crimen organizado, principales causantes de la inseguridad y la violencia en el país, porque según él esa estrategia no ha dado resultado.
Segundo, que tampoco perseguirá el cultivo de mariguana o amapola, pese a que el cultivo, procesamiento, distribución y venta de esta última -de la que se fabrica heroína-, es la principal razón por la que los principales grupos narcotraficantes del país se pelean las plazas de Guerrero con bandas locales, provocando el baño de sangre que se generó con gobiernos perredistas en el período 2005-2015, y que el gobernador Héctor Astudillo sí ha combatido con el apoyo de fuerzas federales.
A cambio, el Peje propone pagar mejor el maíz a los campesinos, para que no cultiven amapola, revelando una ignorancia supina sobre el verdadero trasfondo social que persiste al respecto.
Y ya para acabarla de amolar, AMLO prometió que habrá justicia para los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala en septiembre del 2014. Algo fundamental, por supuesto, pero el Peje rehuyó la autocrítica al omitir que tanto el estado como ese municipio estaban gobernados por perredistas que contendieron con su apoyo en la elección del 2012 –cuando él mismo fue candidato presidencial amarillo-.
Evitó tocar el tema del porqué apoyó la candidatura a alcalde del igualteco José Luis Abarca, autor intelectual del asesinato de normalistas y la desaparición de los 43, pese a que hubo quienes le advirtieron de que ese personaje y su esposa –ambos en la cárcel ahora- tenían nexos probados con la delincuencia organizada –con los cabecillas de Guerrero Unidos, autores del atentado contra los de Ayotzinapa-.
De manera que con vagas promesas, sin claridad de ideas ni proyectos formales, sin asumir sus responsabilidades históricas, y en medio de escándalos de corrupción por la obtención y uso de dinero malhabido por parte de sus colaboradores de partido, AMLO demostró que su campaña adelantada se sigue apoyando en el manejo mediático de su figura, en la forma sin fondo y en el vacío de ideas por su esperada personificación del ajuste de cuentas que muchos mexicanos quisieran aplicar contra políticos de todos los partidos señalados por abusos y corrupción… aunque existe la sospecha de que aprovechó sus vínculos secretos con algunos de ellos para obtener dinero producto del fraude y del peculado –como en Veracruz-.
En ese contexto, no extrañó el escaso público en la plaza central de Chilpancingo para ver al Peje –un máximo de 4 mil personas, la mayoría acarreadas en más de 40 autobuses que quedaron estacionados durante el mitin sobre el Huacapa-, como revelaron las tomas fotográficas de drones usadas por reporteros locales; ni que los firmantes del acuerdo lopezobradorista resultaron ser una mezcla cuestionable de cartuchos quemados de la Izquierda y ex alcaldes o ex rectores acusados de corrupción y denunciados por órganos de fiscalización como la Auditoría General del Estado -¿o no, Félix Salgado, Faustino Soto o Arturo Contreras…?-
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