Pide arzobispo de Acapulco acortar peregrinaciones para evitar caos vial
PUNGARABATO, Gro. 28 de diciembre de 2014.- Aunque la situación de inseguridad es muy grave en Ciudad Altamirano, el obispo Maximino Martínez Miranda sostuvo que los representantes de la iglesia católica en el municipio de Pungarabato no se van a retirar, sin embargo, sostuvo que la región de la Tierra Caliente “amerita la atención que El Vaticano le ha dado a países que viven una situación de Guerra, ya que la mortandad entre la población civil, a partir de la actuación de la delincuencia organizada no para”.
A partir del asesinato del padre López Gorostieta, personal del Ejercito Mexicano y la Policía Federal (PF) indicaron que la presencia en Altamirano se reforzaría, sin embargo, esto no se percibe con claridad. “Los militares se instalan por espacio de una hora cerca de la catedral, recorren algunas calles mientras un helicóptero de la PF sobrevuela durante escasos minutos áreas ya delimitadas. Se tiene una sensación de abandono”, expuso en entrevista con Milenio.
Reconoce que la Tierra Caliente resulta una zona muy peligrosa para todos, ciudadanos comunes y ministros de culto, pues existen grupo de personas que han perdido la noción de la humanidad y cometen actos que rayan en lo extremo. Para ellos dirige un mensaje en el sentido de convertirse, ya que por el momento sus actos los mantienen alejados de la iglesia y sus valores, prácticamente excomulgados.
Cuestionado por Milenio sobre la posibilidad de abandonar la región, el obispo da una respuesta negativa.
“Por el contrario, este es un reto más para demostrar que uno tiene que estar donde Dios lo pone. Uno debe llevar a cabo esta misión de la mejor manera. Por algo Dios nos puso aquí”.
Martínez Miranda está al frente de la Diócesis de Ciudad Altamirano desde hace ocho años, su ámbito de acción incluye pueblos de los estados; Guerrero, México y Michoacán.
Llegó de Atlacomulco Estado de México, cuando le informaron del relevo le advirtieron que asumiría las riendas de una zona complicada para los hombres de fe, pero asume que no se imaginó el nivel de la problemática que le tocaría vivir.
De 2009 a la fecha le ha tocado encarar la muerte de cuatro de sus sacerdotes; Abacuc Hernández Benítez, Ascención Acuña Osorio, Joel Román Salazar y el padre Gregorio López Gorostieta.
En ese sentido, los ocho años que lleva al frente de la Diócesis son más de los que ha resistido cualquier obispo en Altamirano, incluido su homólogo de Saltillo, Raúl Vera.
Leer más en Milenio