Sin mucho ruido
La pobreza ¿cómo revertirla?
Mientras que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar.
Nelson Mandela.
No existe nada más lacerante, que el ver a tus iguales, sumidos en la miseria, la pobreza lastima, duele en el mundo, las imágenes son desgarradoras, se sufre aún más, cuando la miseria no la ves en un documental o una fotografía de National Geographic, la vez en la calle en el rostro de un niño, aquí en la montaña o en alguno de los cinturones de miseria formados alrededor del bello puerto de Acapulco. La realidad se impone en la imagen de niños desnutridos y sucios, con obvios problemas de salud, a causa de esa pobreza alimentaria.
En Acapulco el contraste es insultante, en un mismo municipio contamos con casas de multimillonarios en dólares en el fraccionamiento residencial “Las Brisas” (me refiero al original, rumbo a la Capilla de la Paz) y al tiempo hay viviendas donde el hacinamiento es agobiante, nueve personas confinadas a una habitación, que sirve para dormir, cocinar, comer y cuando los niños están dormidos, en ocasiones, hasta intentan generar aún más niños. El turismo puede ser un generador de pobreza, ya lo habíamos comentado en una columna previa.
CONEVAL, que es quien hace la evaluación de las políticas públicas de desarrollo social (y que hay voces, que pretenden desaparecerla) ubica a Acapulco, junto con Poza Rica, Veracruz, como las entidades con mayor índice de pobreza urbana en el país.
Ya habíamos comentado que también estábamos esperanzados a que nuevas políticas públicas dieran opciones y certidumbre, para paliar la desigualdad que produce el libre mercado. Afortunadamente, pese a la notoria falta de crecimiento de la nación en su conjunto, algo se está haciendo en este rubro. Tan es así, que las cifras de la misma organización, son alentadoras, al menos en los porcentajes, no así en los números absolutos, dado que la población crece a una velocidad superior al abatimiento de esta enfermedad social, así que veamos los datos en el espacio de una década:
De 2008 a 2018, las personas en situación de pobreza han disminuido en términos porcentuales, de 44.4% a 41.9 %, el problema es que, en número absoluto de personas, ha aumentado de 49.5 a 52.4 millones de personas. Las políticas agresivas en distribución del ingreso a través de programas asistenciales, han dado resultado y la pobreza extrema ha sido disminuida en números porcentuales y también en números absolutos. En la misma década ha disminuido de 11 % que abarcaba a 12.3 millones de personas, a tan solo 7.4 % que suma a 9.3 millones de personas. Tres millones de nuestros mexicanos que ya no caen en el supuesto de la pobreza alimentaria, es un logro y no menor. Sin embargo, la falta de crecimiento, producto sobre todo del desaliento de la inversión, ante la incertidumbre de la política económica y social del actual régimen, ha producido un incremento de la población vulnerable por falta de ingresos, de 4.7 % (5.2 millones de personas) con 6.9 % (8.6 millones).
Pese a esto, la población vulnerable por carencias sociales ha disminuido tres puntos, por lo que la población no pobre y no vulnerable se ha incrementado en 3.2 %. Los ingresos se mantienen estables, 49 a 49.8 % en cifras inferiores a pobreza y en un constante 16.8 % en cuanto a pobreza extrema. La diferencia entre estos porcentajes relacionados a los ingresos y las cifras totales mencionadas con anterioridad, es precisamente la consecuencia de los programas asistenciales. Por lo que podemos estar seguros de que funcionan, al menos temporalmente.
Si hacemos un análisis a otras variantes, podemos constatar que más allá de la distribución del ingreso, vía el dinero contante y sonante (de preferencia también constante) o bueno, a través de dinero electrónico, como ahora lo tratará de hacer el Banco del Bienestar; es urgente invertir también en desarrollo, la economía hay que activarla con inversión, ya sea está pública, privada o mixta. Es necesario abatir los rezagos en materia de vivienda, salud, seguridad social, educación, servicios básicos y no solamente resolver el problema alimentario. Esto se logra únicamente con obra pública, el desarrollo de infraestructura (se hizo durante el milagro mexicano), genera distribución de riqueza, vía el ingreso y da solidez a las instituciones y al desarrollo urbano.
Si pudiéramos combinar (sé que pido mucho) una política asistencial agresiva, con una política que otorgue certidumbre plena al inversionista, podríamos detonar ese crecimiento anhelado de al menos un 4 %. Y es obvio, entre más ingresos se generen para el estado, más recursos hay para distribuir. Hay que tener cuidado con los “ahorros” a través de los subejercicios, sobre todo en el rubro del sector salud.
¿Qué podemos hacer? Tenemos la obligación de buscar generar confianza plena, nuevamente en los inversionistas, que no son enemigos por contar con recursos, antes, al contrario, son aliados indispensables en la generación de empleo y de riqueza.
Felicitamos al gobierno federal, por la política económica con rostro humano de asistencia social y los instamos a que al tiempo busque los esquemas para generar mayor inversión, la inversión en infraestructura turística, cuando se hace con planeación, funciona. México puede posicionarse aún en mejor lugar en captación de número de visitantes y divisas. Pero no es gratis, hay que invertir en promoción en infraestructura, hay que diversificar nuestros destinos, para que al menos en Acapulco, se combine sol, mar y arena, con cultura, historia, música, grandes espectáculos, parques temáticos, juego. Todo ello en un ambiente blindado para la seguridad de nuestros visitantes y de nosotros mismos.
¿Es posible lo anterior? Claro que lo es. Solamente debemos soñarlo, planearlo y ejecutarlo. Somos mexicanos. Si podemos. Y no olvidemos el lema CONEVAL, lo que se mide, se puede mejorar. Juntos Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
JLG.