Reflexiones en voz alta/Sergio Montes Carrillo

Ocho días para el Día D

El TUCOM se formó al siguiente día de la votación presidencial de 2018. Perder privilegios duele y mucho. A la derecha no se le da pensar, porque sus intereses no dan para eso. Complotea un día si y el otro también. Pero el éxito del TUCOM (Todos Unidos Contra Morena) es alimentado por los errores del partido del presidente.

El partido del presidente no funcionó como un referente organizativo para crear conciencia de la 4T y enfrentar de tú a tú cada miserable mentira de la derecha. Los beneficiados de la popularidad del Presidente, nunca han salido en su defensa, se esconden en los círculos de las redes sociales del debate público.

El partido del presidente se balcanizó, se autodestruyó. Su estructura interna fue tomada por asalto por emisarios de los vicios antidemocráticos del viejo régimen. La culminación fue el asqueroso proceso interno, donde fue herido de muerte en los dos referentes donde radicaba su fortaleza: la “ética” y la “moral”.

En Guerrero no se entendió que no se era cierto que se ganaba con cualquiera. Se optó por un personaje que ya había mostrado su ineficiencia en los años 90’s.

Desarticulado en lo básico, ignorante de las nuevas estrategias políticas, ese personaje realizó lo que sabe hacer: reality show, aderezándolo con la misoginia a flor de piel y su nula cultura de la legalidad.

La campaña fue la presentación de cantantes de grupos musicales y el karaoke masivo, las propuestas de gobierno fueron sustituidas por canciones del ayer, y el proyecto de gobierno fue rellenado con el discurso del albur y la leperada encubierta.

Morena Guerrero creó su propio laberinto, fabricó su posible derrota, la envileció un personaje sustraído como caricatura de la fallida lucha de los contrarios, basada en la negocia, el desmadre, la ignorancia y la diatriba sin sentido, todo lo opuesto a lo que dijimos ser.

Con apenas el 81 por ciento de representación oficial en las casillas, con representantes distritales sin compromiso y con representantes ante los órganos electorales estatales sin identidad partidista, nos encaminamos a la pelea poselectoral, mal estructurados y con muy pocas posibilidades de éxito.

Ocho días, para ver los frutos de nuestras contradicciones.