Teléfono rojo
Bush, nefasto para México
George Herbert Walker Bush, el presidente número 41 de Estados Unidos, murió el pasado 30 de noviembre de 2018. Nació en Milton, Massachusetts, el 12 de junio de 1924 y feneció el 30 de noviembre de 2018 en Houston, Texas. Fue piloto en la II Guerra Mundial y luego estudió en la universidad de Yale.
En cuanto se graduó en 1948, se mudó con su familia al oeste de Texas y entró en la industria petrolera, convirtiéndose en millonario a la edad de 40 años (…) Se empezó a involucrar en la política y fundó su propia compañía de petróleo, siendo miembro de la Cámara de Representantes, entre otras posiciones.
No la hizo mal: Fue vicepresidente en tiempo de Ronald Reagan entre 1981 y 1989 y presidente de los Estados Unidos entre 1989 y 1993. Entre otros de sus grandes títulos, se encuentra el de director de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA. Y ese a nadie le gusta. Tampoco su padre gustaba.
Él fue Prescott Bush y Dorothy Walker Bush, su madre. Prescott Bush (1895-1972) colaboró largamente con los nazis, según el prestigiado diario The Guardian de Londres, que informó en 2004 (cuando era presidente su nieto George W) lo siguiente:
“Prescott Bush contribuyó al esfuerzo bélico del Tercer Reich. La familia Bush se benefició de su participación en bancos y empresas vinculadas en operaciones financieras con la Alemania nazi según documentos descubiertos en los Archivos Nacionales de Estado.
El periódico indicó, además, que esas relaciones comerciales siguieron en pie hasta que los activos de la compañía en Estados Unidos fueron confiscados en 1942, como consecuencia de una ley estadunidense que prohibía cualquier trato comercial con el enemigo.
Ese vínculo provocó ahora que dos ex trabajadores esclavos del campo de concentración de Auschwitz (Polonia), presentaran una demanda por daños y perjuicios contra la familia Bush.
Los dos supervivientes del Holocausto, Kurt Julius Goldstein, de 87 años, y Peter Gingold, 85 años, lanzaron una demanda ante la Corte Internacional de La Haya contra el gobierno de Estados Unidos y la familia Bush y exigieron 40 mil millones de dólares por daños y perjuicios, pero una juez la desestimó en el caso del gobierno.
The Guardian informó en una extensa nota publicada hoy, que Prescott Bush “siguió colaborando con empresas germanas después de que Estados Unidos entrase en guerra con Alemania”, con la firma para la que trabajaba, Brown Brothers Harriman (BBH). Esa empresa sirvió de base para el industrial alemán Fritz Thyssen, que ayudó a financiar a Hitler antes de enemistarse con él algunos años más tarde.
Otras de las revelaciones de The Guardian, incluye los vínculos entre Prescott Bush y la compañía Consolidates Silesian Steel Company, del sector del acero, que utilizó durante la guerra mano de obra esclava procedente de distintos campos de concentración, entre ellos el de Auwschwitz.
Los lazos entre el abuelo de George W. Bush y las empresas que colaboraron con Hitler forman parte también de la investigación de tres libros, publicados por la periodista Eva Schweitzer, el ex fiscal federal y hoy comentarista de TV John Loftus y el también periodista John Buchanan”.
MÉXICO Y BUSH
En lo personal, la desaparición física del presidente George H.W Bush, me parece muy “oportuna” y bien planeada por “el cielo”. Sucedió la víspera misma de la histórica toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, primer presidente realmente electo por el pueblo en este país.
Ese 41 presidente de Estados Unidos fue un personaje nefasto para México. Se alió con Salinas para aplicar el neoliberalismo y entre otras cosas para quitarle a los mexicanos su petróleo y devolverlo a las compañías extranjeras, con el gancho de “modernizar al país” y en realidad de hacer ricos a algunos mexicanos prianistas traidores como todos los presidentes entre 1988 y 2018.
Su pretexto de esa modernidad regresó al pasado porfirista, antes de que el gran presidente Lázaro Cárdenas, decidiera precisamente recuperar esa fortuna de la nación, gesta en la que lo ayudaron todos los mexicanos ricos o pobres, salvo ya sabemos cuáles.
Para tal acción canallesca George H. W Bush traicionó al que había sido su amigo (algunos dicen que su socio, pero a mí me lo negó JDS Jorge). Entre Salinas y Lamadrid que le tenía tirria por haber intentado disputarle la candidatura con López Portillo, lo enviaron a la cárcel durante cinco años.
Estorbaba. Había que imposibilitarlo precisamente porque su obra en Pemex desdecía los argumentos de ellos, basados en el “Ya no sirve, hay que venderlo”. Desde luego porque JDS situó a México como el cuarto productor mundial, e impulsó la Petroquímica nacional. En buen mexicano: la estaba haciendo y muy bien.
Por justicia a posteriori (al menos), Andrés Manuel López Obrador debería reabrir el caso del ingeniero Jorge Díaz Serrano, director de Pemex de 1976 a 1983.
El ex presidente de Estados Unidos fue para unos su socio en su compañía Permargo, antes de ser director de Pemex y trabajar para el país. No importa. El caso es que George.H.W. traicionó vilmente a Díaz Serrano aliado con Carlos Salinas de Gortari, para apoderarse del petróleo “de los mexicanos”. Pero tomaría tiempo y por eso dijo (a un grupo de empresarios japoneses, entre otros) que él gobernaría 24 años. Y lo cumplió este año. Así de simple.
CSG presidente (espurio) entre 1988 y 1994, instalador del neoliberalismo, cumplió con Bush, no con México en su falso retiro, después de dejar el poder obvio y terminar su mandato, tras los magnicidios, Se dedicó a dirigir sus títeres prianistas, para a destruir, entre otras tareas traidoras, el resguardo constitucional de nuestro petróleo.
Para abundar en materia, entresaco enseguida un párrafo del jurista Jaime Cárdenas “CONSTITUCIÓN Y REFORMA PETROLERA”:
“Desde principios de los años ochenta se modificó el modelo económico mexicano a fin de permitir a los particulares, nacionales y extranjeros intervenir en ámbitos de la actividad económica que correspondieron durante décadas al Estado.
En materia de petróleo e hidrocarburos se han ido dando pasos al margen de la Constitución: en 1995 se reformó la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional para dejar fuera de la industria petrolera —que está en exclusiva reservada al Estado— al transporte, al almacenamiento, la distribución, la venta y el comercio exterior del gas natural (a tal grado existe inconstitucionalidad, que se impide a Pemex participar en la distribución de gas natural).
En 1996 la petroquímica secundaria —los petroquímicos básicos no son en realidad petroquímicos sino hidrocarburos extraídos de los yacimientos— se abrió a los particulares, aunque esa permisión ha constituido un fracaso rotundo pues no hay inversión privada destacada en ese ámbito.
Durante los gobiernos panistas, Pemex ha celebrado inconstitucionales ‘contratos de servicios múltiples’ que permiten a una empresa extranjera explorar, extraer y procesar gas natural, así como elaborar gas metano y otros petroquímicos básicos:
1.- El gobierno federal ha permitido que Baja California sirva de plataforma energética de Estados Unidos, en tanto que nuestro territorio es utilizado para recibir gas natural de ultramar y maquilar electricidad sin ningún beneficio para el país y sí poniendo en riesgo la seguridad nacional, el ambiente y el bienestar de las comunidades cercanas a las instalaciones trasnacionales; recientemente, Pemex entregó a particulares la red de oleoductos y poliductos de la región sur.
2.- Éstas y otras actividades inconstitucionales de Pemex y del gobierno federal se dirigen a la privatización de todos los recursos energéticos del país”.