Caminos del sur
Delfines
1.- Mañana primero de diciembre de 2019, cumplimos un Gran Año. Andrés Manuel López Obrador y su gobierno han recuperado el Honor de México. Nuestra Carta Magna, manipulada durante las últimas décadas para denigrar al país en beneficio de una partida de saqueadores, hoy, sin escándalo, con inteligencia y en paz, regresó a ser una buena Constitución que debidamente aplicada –ojo, Poder Judicial– constituye la base de un gran país. Conservemos estas características en momentos mundiales difíciles. Los mexicanos, todos y unidos, somos ciudadanos de primera. Nunca más borregos neoliberales. La 4T es una realidad.
2.- En lo personal, hoy, último día de la Feria de la Plata, a mediodía en la muy especial ciudad de Taxco, Guerrero, el escritor Mauricio Leyva, secretario de Cultura, y Mario Mendoza, rector de la Universidad Americana, presentan una nueva edición de mi libro de 2009, Memorias de un Delfín, con un prólogo que mucho agradezco al gobernador Héctor Astudillo. El sello es Porrúa.
Es siempre muy satisfactoria la reedición de un libro, pero en este caso, más aún porque va dirigida a una nueva generación de lectores. Los editores entendieron el profundo interés y amor por los bellos cetáceos que comparto con millones de personas en el mundo, pero quizá haya pesado en la reimpresión de mi libro la posibilidad de que siga inspirando el estudio de los delfines en el Pacífico Mexicano, me dice mi amigo Hubert de la Vega, director de la Casa de Cultura, en momentos cada vez más difíciles para recuperar el equilibrio ecológico mundial.
3.- TAXCO
La presentación se hará en el hotel Posada de la Misión, perteneciente a la familia Trauwitz, amiga de toda la vida, que tanto ha hecho por fomentar el turismo con los Pueblos Mágicos de México. A ver si va el presidente municipal –por segunda ocasión–, Marcos Efrén Parra Gómez, amigo también. Debe sufrir como hombre inteligente que es, del actual cada día más obnubilado PAN…
Conocí Taxco con mi padre de niña, pues era amigo de un importante personaje de esa ciudad, William Spratling (Nueva York, 22 de septiembre de 1900-Taxco, México 7 de agosto de 1967). Fue un gran artista gringo cuyas creaciones tuvieron importantísima influencia en el diseño de la Plata de Taxco, el metal mexicano por excelencia del que nuestro país fue una vez más, según estadísticas de 2018, el primer productor mundial.
Mucho antes, en el siglo 18, atrajo la plata a un famoso francés, Joseph de la Borde, que llegó a ser “el hombre más rico del mundo” y construyó entre 1751 y 1758, nada menos que la famosa iglesia de Santa Prisca, donde con frecuencia toca nuestra gran Orquesta Filarmónica de Acapulco, dirigida por el maestro Eduardo Álvarez. Se recuerda al francés en la Casa Borda en Taxco, en México y en Cuernavaca en un bello Jardín con su apellido. Fue Santa Prisca una de las más valiosas iglesias de la Nueva España, con sus esculturas bañadas en oro, hasta que se llevaron parte a la catedral metropolitana y a de Notre Dame en París. La generosidad de Borda hacia Iglesia se entiende a través del lema familiar: “Dios da a Borda, Borda da a Dios”.
4.- Volviendo a mi libro… Su reproducción en este momento –creo y me satisface– se debe a su vigencia editorial. Se une una vez más a la lucha de los que exigimos el respeto e independencia de los océanos, por lo pronto convertidos en infames vertederos de desechos industriales que han creado islas grotescas y peligrosas de basura plástica.
Somos cada día más los preocupados por nuestro planeta y no sólo por ganar dinero. Cada cual aporta lo que puede. En mi caso, una novela por mi favorito camino de la ciencia ficción, un tanto cuanto fantasioso, sí, pero trufado con abundante información comprobada y experiencias reales. Mis relatados contactos con delfines, tanto en la playa de Acapulco, como en La Habana, en Hawaii y en el Amazonas, en donde tuve oportunidad de nadar con ellos, son to-tal-men-te verídicos. Un año y medio me tomó la investigación para el libro.
Ya es hora de que la humanidad que busca derroteros en el espacio y quiere mudarse, como Trump, a otro planeta, establezca au- tén-ti-ca comunicación con otras especies terrícolas, más allá de los animales domésticos. En el libro recopilé aportaciones de muchas personas que buscan esa comunicación. Muchos estudian a los delfines y pienso que Acapulco es un lugar idóneo para tal efecto y para un definitivo acercamiento con ellos.
Se sabe que la Marina de Estados Unidos utiliza comúnmente delfines para proteger sus barcos de los nadadores enemigos y localizar minas bajo el agua. Los delfines militares han sido incluso entrenados para guiar a buzos perdidos hacia zonas seguras. Habría que saber cuál es hoy el estado de esos delfines y si arriesgan su vida protegiendo a los militares. Hay por otra parte muchos informes de delfines salvadores de la vida de personas abandonadas en el océano.
Lástima que no fue el caso de nuestra joven heroína acapulqueña, la cadete Eva Lidia Nava Guzmán, que desapareció frente a las costas de la India, tras caer de la cubierta del buque escuela Cuauhtémoc en el viaje del año 2017, a cargo del Capitán Rafael Antonio Lagunes Arteaga.